¿Por qué y cómo han llegado a estar de moda los psicópatas en la televisión?

¿Por qué y cómo han llegado a estar de moda los psicópatas en la televisión?
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Cualquiera que me conozca sabe que el psychokiller es una tipología de personaje que me ha fascinado durante mucho tiempo, hasta el punto de que llevo ya varios años realizando una tesis sobre su evolución en el séptimo arte. Sin embargo, durante los últimos años ha alcanzado una posición de privilegio en la pequeña pantalla que habrá quien quiera achacar al impacto de 'Dexter', una serie imprescindible que sí que jugó un papel esencial en el aumento de interés de las diferentes cadenas en el tema, pero las cosas rara vez surgen de la nada y este no es uno de esos casos.

La intención de este artículo es esclarecer un poco lo que ha llevado a la televisión a prácticamente desbancar al cine como el medio de expresión audiovisual más relevante para poder ofrecer novedades jugosas en la forma de abordar a los psicópatas y en cómo eso ha ido evolucionando con el paso del tiempo, pero partiendo no desde el arranque del siglo XXI, sino remontándonos un poco más en el tiempo para establecer cuál fue realmente la chispa que los cambió todo. Vamos allá.

El psicópata como el nuevo gran monstruo del cine de terror

Norman Bates

Hay decenas e incluso cientos de películas que abordaron la figura del psicópata antes del estreno de 'Psicosis' ('Psycho', 1960), pero fue la película de Alfred Hitchcock la que realmente disparó el interés del público en estos personajes, algo que el cine no tardó en capitalizar con la aparición de diversos subgéneros --el nacimiento del cine gore, el giallo italiano, el slasher americano, etc.-- y exprimiendo al máximo años después la desaparición definitiva del Código Hays para rodar propuestas altamente enfermizas que hoy jamás se harían.

La pega es que la pequeña pantalla aún no estaba suficientemente madura como para abordar libremente esos temas, por lo que los psicópatas quedaban confinados a relatos ocasiones dentro de diversas antologías olvidadas en su gran mayoría en la actualidad --hay ciertas excepciones como 'Alfred Hitchcock Presenta', pero ahí era poco menos que una obligación que los asesinos dementes apareciesen en un momento u otro--. Hubo hasta ciertas intentonas de replicar el éxito de propuestas cinematográficas, ya que Dario Argento llegó a apadrinar varios mediometrajes televisivos manteniendo las constantes del giallo, pero 'La porta sul buio' (1973) no fue más allá de lo anecdótico.

Algo más de presencia tuvieron los telefilms que querían replicar el éxito del slasher, pero no terminaba de aparecer la serie que realmente pudiera abordar ese tema como algo más que un villano episódico, ya fuese dentro de una antología o en alguna producción policíaca --esto es una constante, aunque, como es natural, ha ido ganando importancia según pasaba el tiempo--. No obstante, el psicópata cinematográfico entró en una pequeña crisis durante la segunda mitad de los años 80, pues el slasher había sido explotado con demasiado ahínco y aún no se sabía cuál sería el siguiente paso a dar --la cosa seguiría decayendo hasta el estreno de 'El silencio de los corderos' ('The Silence of the Lambs', Jonathan Demme, 1991), momento en el que los thrillers con psicópata se convirtieron en poco menos que una plaga--, por lo que se usó la televisión para probar con cosas nuevas.

Abriendo el camino en la televisión

La pesadillas de Freddy

En 1984 se estrenaba 'Pesadilla en Elm Street' ('A Nightmare on Elm Street', Wes Craven) y para agosto de 1988 ya llegaba a los cines la cuarta entrega de una franquicia millonaria que parecía no tener límite, pues cada una de ellas recaudaba más que la anterior. Este hecho unido a las decadentes cifras cosechadas por los slashers seguramente fue decisivo para que se diese luz verde a su propia serie de televisión, 'Las pesadillas de Freddy', que se estrenó en octubre de 1988 --apenas dos meses después del estreno del cuarto largometraje que acabó convirtiéndose en el punto álgido del interés del público hacia la saga--.

El primer episodio giraba alrededor de cómo Freddy Krueger fue asesinado por un grupo enfurecido de padres, pero el objetivo de la serie no era la creación de una serie basada en los asesinatos cometidos por el, sino recuperar el formato de antología televisiva con Krueger ejerciendo como maestro de ceremonias, pese a que a la hora de la verdad su presencia era bastante reducida en 'Las pesadillas de Freddy'. Con todo, al menos contaba con la presencia del famoso psychokiller y había relación directa con la saga cinematográfica --su presencia estaba implícita en la mayoría de ocasiones en las que no aparecía durante la aventura semanal--, ya que el año anterior se estrenó 'Misterio para tres' con el engañoso titulo original de 'Friday the 13th' con la única finalidad de llamar la atención del público sobre ella, ya que carecía de relación alguna con 'Viernes 13' y sus secuelas.

Tanto 'Misterio para tres' como 'Las pesadillas de Freddy' fueron canceladas en 1990, pero para entonces ya había llegado una nueva antología de terror cuyo éxito perduraría durante varios años. Me refiero a 'Historias de la cripta', donde los asesinos tenían su cuota de importancia, pero estaban nuevamente confinados a ser los villanos del episodio semanal y poco más. Sin embargo, fue 'Twin Peaks' la serie que realmente empezó a abrir el camino en este punto, aunque su singular naturaleza impidió que tuviera auténtica continuidad, aunque no faltasen otros ejemplos de interés durante los años 90 como 'América oculta'.

HBO estrenaba en 1997 'Oz', una serie carcelaria con su necesaria cuota de peligrosos asesinos, pero la senda que realmente abrió fue la del interés del público en personajes más oscuros y en el protagonismo de los criminales. La cadena no dudó en seguir por ese camino con títulos como 'Los Soprano', 'The Wire' o 'Deadwood', pero nuestra siguiente parada está en una network, más concretamente en CBS y su 'CSI', una serie que gira en cada episodio alrededor de uno o varios asesinatos. Rara vez se trata de un psicópata, pero los homicidios se habían convertido ya en uno de los emblemas de la gran revelación televisiva del momento.

Pronto llegaría el primer spin-off de 'CSI' ambientado en Miami y años después se lanzaría 'Mentes criminales', en la cual ya no era suficiente con los homicidios, sino que había que ir más allá en el análisis de la perturbada mente del criminal. Sin embargo, fue en 2006 cuando todo cambió gracias a 'Dexter', la serie que absorbió al mismo tiempo la necesidad del público por conocer nuevas vías --el cine llevaba ya un tiempo atascado en su forma de abordar la figura del psicópata y la televisión llenó ese hueco con rapidez--, el mayor interés y la empatía de los espectadores con los chicos malos y la relativa normalización de las apariciones de los psicópatas en la pequeña pantalla. Había costado lo suyo.

El protagonismo de la violencia

Hannibal

Por desgracia, la ficción televisiva entró entonces en una etapa de duda donde el psicópata volvió a ser el villano ideal para relatos policíacos de todo tipo, añadiendo a priori únicamente una dosis extra de intensidad al caso de turno, o con fallidas intentonas como 'Harper's Island' que nada aportaban más allá de la necesidad de descubrir quién era el asesino. ¿Qué sucedió entonces? Pues que fue ganando importancia la violencia como un elemento clave para que todos los psicópatas ganasen en importancia y, de forma colateral, capacidad de despertar interés en el espectador.

Este recurso no es algo exclusivo de los psicópatas --basta con acordarse de 'Spartacus' para tenerlo claro--, pero sí que es más abundante en historias en las que aparezca un personaje de este tipo. Se apuesta así por un público más delimitado que no solamente sepa aceptar que la sobrepresencia de la violencia es necesaria, sino que puede convertirse en uno de los puntos fuertes de la serie en cuestión --'Hannibal' es la que representa su lado más sugestivo, mientras que hay más dudas en su utilización por parte de otras propuestas como 'The Following'--.

El problema ahora está en el hecho de que un psicópata es un personaje enfermo mentalmente y eso es algo que cualquier ficción que le conceda el protagonismo ha de saber reflejar. De cada cual depende lo que entendamos como los límites al buen gusto que deberían o no traspasar, pero en el fondo estamos ante poco más que la evolución en el uso del criminal como una persona fascinante con la capacidad de atraparnos y hacernos sentir la necesidad de saber qué va a ser de ellos. Esto ha sido clave para que la televisión pase por uno de sus mejores momentos a nivel dramático, pero hay que hacerlo aceptando que no va a ser plato del gusto de todos y no escudándose en subtramas anodinas como sucede en el caso de 'Bates Motel'.

Y es que si el psicópata amenaza con aumentar cada vez más su presencia en la gran pantalla es porque el espectador demanda personajes cada vez más complejos que el cine de mayor difusión se resiste a ofrecer, ya que títulos interesantes sigue habiendo, pero la mayor parte del público ni siquiera llegará a enterarse de su existencia. El psicópata se convierte así en un personaje nicho perfecto para aquellos canales que estén dispuestos a aceptar tener un público tan limitado como fiel y es un arma maravillosa para aquellas producciones que busquen un villano con gancho. Ahora sólo falta descubrir cuál será el siguiente paso a dar, porque últimamente se está abusando demasiado de personajes cuyo éxito ya ha quedado demostrado por sus "aventuras" cinematográficas y falta poco para acabar estancándose por esa vía.

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