'El chico y la garza' es café para muy cafeteros. Un Hayao Miyazaki desatado nos arrolla en su última película con una mitología tan fascinante como confusa

'El chico y la garza' es café para muy cafeteros. Un Hayao Miyazaki desatado nos arrolla en su última película con una mitología tan fascinante como confusa

El director de 'El viaje de Chihiro' vuelve 10 años después con otro mundo de fantasía que entusiasmará a los fans de Studio Ghibli

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El Chico Y La Garza 1

Hayao Miyazaki ha vuelto (tras desdecirse de su retirada por enésima vez) y de forma algo accidentada con su estreno en salas españolas. 'El chico y la garza' eleva a la enésima potencia las obsesiones del director en un espectáculo deslumbrante y cautivador, a la par que desconcertante.

¿Cómo vives?

Mahito es un joven todavía afectado por la muerte de su madre, que se muda a vivir con su padre y su nueva mujer. Sin comerlo ni beberlo, acaba en un extraño mundo donde pasado y presente, vivos y muertos, realidad y fantasía conviven en conflicto constante.

'El chico y la garza' es la traducción directa del título en inglés (frente al original 'Kimitachi wa Dou Ikiru ka', que significaría '¿Cómo vivís?'). Es el nuevo largometraje de Studio Ghibli, escrito y dirigido por Hayao Miyazaki 10 años después de su última película: 'El viento se levanta'.

Su estreno en España ha sido algo accidentado, comenzando con un número reducido de salas que ha ido creciendo en pocos días, ante el claro interés de los espectadores que le llevó a debutar como el tercer estreno más taquillero en España el pasado viernes.

Me resulta algo complejo hacer esta crítica, ya que disfruté la película pero al mismo tiempo me costó entrar en ella y me desbordó en muchos sentidos. Sin duda, creo que es ese tipo de cintas que necesitan un segundo visionado en el que ir ya con cierta idea de lo que te vas a a encontrar.

La película se toma su tiempo en arrancar y, una vez lo hace, se convierte en una avalancha de todas las obsesiones de Miyazaki en su máxima extensión. En Ghibli ya nos tienen acostumbrados al realismo mágico y casi todas sus películas introducen elementos fantásticos y una mitología propia que no se paran a explicarte, sino que sencillamente aceptas en toda su complejidad.

En la cinta, tenemos todo eso y en cantidades considerables, lo que constituye una de sus mayores virtudes: deslumbra constantemente con ese extraño mundo, en el que nada es como esperamos y cada criatura nos sorprende más que la anterior. Desde esa peculiar garza a los periquitos (¡malditos!), pasando por los warawara (imposible no querer adoptar uno).

Warawara

No obstante, su desbordante imaginería resulta arrolladora. Reconozco que, en mi caso, fue algo que me costó digerir, porque cuando estabas comenzando a procesar una cosa ya habían presentado muchas otras. Al final, terminé diciendo amén a todo pero, si no habéis visto nada de Miyazaki puede ser chocante de buenas a primeras.

También es que los personajes de esta aventura son un tanto opacos y hay que bucear bastante para intuir qué es lo que los motiva. Al que más conocemos es a Mahito, que no se prodiga demasiado en palabras y al que reconocemos como un personaje herido, física y emocionalmente.

Mahito

A nivel técnico, como siempre, Ghibli se luce en todos los sentidos. No valoramos lo suficiente el impecable trabajo que el estudio siempre hace con los fondos, espectaculares y cuidados al detalle (incluso en escenarios con multitud de personajes, cada uno es único y se diferencia del resto). Por supuesto, la Banda Sonora de Joe Hisaishi siempre suma.

No seré yo quien ose pontificar sobre lo que Miyazaki pretendía o no transmitir con su película, ya que es posiblemente la más abstracta hasta la fecha. Mi interpretación personal es que Mahito recorre un camino hacia la madurez, en el que dejar atrás el dolor por la pérdida de su madre y las fantasías que nos evaden de la realidad, pero también son en cierto modo una forma de huir.

'El chico y la garza' es café para cafeteros miyazakianos: una bomba de cafeína fantástica que cuesta un poco de digerir porque su mitología puede resultar confusa y por la opacidad de sus personajes, pero que termina fascinando una vez te dejas arrastrar por todo lo que propone. Una experiencia que merece la pena ver en pantalla grande.

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