'Gran Hermano: el reencuentro', mal está lo que mal acaba

'Gran Hermano: el reencuentro', mal está lo que mal acaba
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Lo que tenían que ser doce días se ha terminado convirtiendo en un desfile de concursantes que ha durado más de dos meses. 'Gran Hermano: el reencuentro' era sólo una excusa para rellenar y, como tal, Telecinco ha ido improvisando a diestro y siniestro, saltándose normas, inventando otras nuevas, todo con tal de conseguir audiencia a base de broncas y lo han conseguido, pero sólo en parte.

Desde el principio se veía venir que querían mantenerse a costa de los conflictos eternos, por mucho que hayan querido disfrazar el invento como una oportunidad para "deshacer nudos". Lo que no tuvieron en cuenta es que al meter en la casa a concursantes experimentados muchos de ellos iban a jugar con el formato, como así ha sido, y se les han ido desmontando los tinglados poco a poco entre abandonos, expulsiones disciplinarias, estrategias y demás mandangas que si bien en una edición normal aumentan el interés, en esta edición especial sólo han conseguido dar la sensación de circo sin director de pista.

En la gala final que emitieron anoche intentaron sacar emoción de donde no la había (que iban a ganar Pepe Herrero y Raquel estaba más claro que el agua), así que prefirieron dejar que los concursantes se enzarzasen en polémicas tan importantes como "por qué tiraste un plato de loza" o "por qué me robaste los cigarros". Se repitieron en todos los tonos posibles las palabras falsa y falso y se dio más voz que nunca a unos concursantes que, con perdón, no supieron expresarse demasiado bien. Aquello parecía más una edición cualquiera de 'Sálvame' que una final de 'Gran Hermano'.

Yo he seguido esta edición de una manera irregular, a saltos y sin interés, a pesar de que las últimas ediciones normales sí que las he visto. No abomino del formato en sí, que me resulta entretenido siempre y cuando haya alguien en el casting digno de mi atención, pero lo de este reencuentro me ha parecido oportunista, improvisado, irrelevante y, lo que más me molesta de todo, disfrazado de voluntarismo.

La final a gritos que tuvo el programa es la que se merecía y la mejor que pudieron hacer porque realmente no tenían otra. En dos meses no han conseguido material suficiente para rellenar con las colecciones de vídeos que suelen tener. Han intentado salirse por la tangente y se han encontrado con la horma de su zapato. Se las prometían muy felices pero han probado su propia medicina porque enseñar lo peor de lo peor no siempre funciona. El programa tendría que haberse llamado "Gran Hermano: el desencanto".

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