El polémico retorno de 'Supernanny' ha reflotado el debate sobre los límites del programa de RTVE

El polémico retorno de 'Supernanny' ha reflotado el debate sobre los límites del programa de RTVE

La nueva temporada vuelve a traer a la palestra la cuestionable exposición infantil que supone el programa de Rocío Ramos-Paúl

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Supernanny

El retorno de 'Supernanny', en esta ocasión a RTVE, está resultando polémico no solo por el comentado tatuaje de uno de los padres: no son pocas las voces que se han alzado en redes para cuestionar la ética de un formato que expone en TV a menores por decisión de los padres.

Los límites del espectáculo

Obviamente, el debate sobre los menores de edad en TV es viejo y se ha hablado mil y una veces antes sobre hasta qué punto es ética la existencia de formatos que exponen a los niños en pantalla, a una edad demasiado temprana como para procesar de las consecuencias de ello.

Recientemente, el debate ha resurgido ante el retorno de la emisión de 'Supernanny', un programa que tiene el añadido de explotar la imagen conflictiva de los niños y hacer espectáculo de ello. Si ya en su momento fue muy criticado, ahora con las redes sociales todavía se ha puesto más en duda la necesidad de recuperar un formato como este.

Si bien se trata de un debate que arrastra el género de telerrealidad en sí, cuya premisa de construir una narrativa a partir de la realidad puede ser muy problemática, en especial los programas de ciertas cadenas que no tienen ningún tipo de reparo en usar la excusa del entretenimiento para explotar la desgracia ajena.

Supernanny

Sin embargo, el caso particular de este programa marca una clara diferencia entre otros realities, ya que en estos los participantes son gente adulta que tiene capacidad de decidir (algunos más que otros) si quiere vender su intimidad o ir a hacer el ridículo en TV.

Por contra, en 'Supernanny' son los padres quienes toman la decisión de hacerlo y no se tiene en cuenta el consentimiento de los niños, y no me refiero a que se lo pidan, sino a no tener edad suficiente para tomar la decisión, entender a qué se está accediendo y las consecuencias de ello.

Todo ello sin mencionar la evidente contradicción entre el supuesto objetivo del programa (ayudar a las familias con sus hijos problemáticos) y la necesidad de provocar el conflicto para crear el contenido. La coartada de "lo único que pretenden es ayudar" se queda en papel mojado cuando al final necesitan a toda costa crear conflictos hasta donde no los hay.

En una entrevista de 2009, Rocío Ramos-Paúl decía que "es bonito que los niños se vean y digan 'yo ya no soy así'", en relación a cuando vean a posteriori sus imágenes en el programa. Con sinceridad, no creo que a nadie le parezca bonito que esos momentos de rabietas y enfados, que deberían quedarse en la intimidad, se vean en la TV nacional y se conviertan en carne de cañón para las redes sociales.

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