La importancia de llamarse Brian Kinney

La importancia de llamarse Brian Kinney
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Mi madre era una puta frígida y mi padre era un borracho. Tenían un matrimonio lleno de odio, lo cual es probablemente la causa por la que no quiero o no puedo formar una relación de larga duración. El hecho de beber como un pez, consumir drogas y ser promiscuo no ayuda demasiado. Y como resultado, he perdido a las dos personas que más me importaban

En esta cita encontramos la que probablemente sea la mejor definición de Brian Kinney. Cuando Showtime estrenó ‘Queer as folk’ allá por el año 2000, Kinney destacaba por encima de todos los demás, por su físico, su éxito en todos los aspectos de la vida y su peculiar forma de afrontar las cosas. Un auténtico capullo del que cualquiera podría enamorarse con un sólo chasquido, pero sólo un rubito adolescente pudo lograr lo que otros cientos de hombres habían intentado durante años: atrapar en sus redes al todopoderoso Brian Kinney (a partir de aquí se habla abiertamente sobre la serie, lee bajo tu responsabilidad).

Brian es un hombre hecho a sí mismo. Su padre le odiaba y su madre era incapaz de ver más allá de los ojos de su marido, por lo que su infancia no fue un camino de rosas, precisamente. Aun así, logró triunfar en la vida, primero como un reconocido publicista para más tarde montar su propia empresa gracias al apoyo de todos sus amigos. Su fuerte carácter sirvió además de inspiración para que Justin y Michael crearan el cómic ‘Rage’ (la rabia), todo un éxito entre la comunidad gay.

Se cuentan por centenas (yo casi diría que miles) la cantidad de hombres que Brian Kinney se ha pasado por la piedra. Es el auténtico rey de Babylon, la discoteca de ambiente que tanto él como su grupo de amigos suelen frecuentar, y que más tarde llegaría incluso a comprar para ser también su dueño y señor. Un físico de infarto, una reputación de Dios en la cama y una actitud pasota ante la vida le convierten en el objetivo perfecto para casi todo el mundo, aunque todo el que quiere ir más allá siempre acaba decepcionado. Su filosofía en este sentido es bastante clara…

Yo no creo en el amor; creo en follar. Es honesto y eficiente. Entras y sales con el máximo de placer y el mínimo de culpa. El amor es algo que los heteros se han inventado para justificar que están echando un polvo, pero luego terminan haciéndose daño unos a otros porque todo estaba basado en mentiras desde el principio

Pero esta filosofía no le impide traer críos al mundo, ni mucho menos. Primero llegaría Gus, el retoño que tendría con su mejor amiga lesbiana Lindsay para que ésta pudiera criarlo con su pareja. El segundo ya no sería de Brian propiamente dicho, sino de su mejor amigo Michael, aunque entre todos supieron formar un núcleo familiar a cuatro bandas que, a pesar de todo, no estaría exento de problemas.

Y a pesar de todo, Brian está lleno de inseguridades. Primero, tiene miedo de envejecer y perder todo aquello que le hace grande (sin segundas); en segundo lugar, tiene miedo de ser un mal padre, probablemente por el horrible recuerdo que tiene de su propio padre; y por último, miedo a ser rechazado, a mostrar cualquier signo de debilidad (por ejemplo, cuando perdió un testículo) que le haga perder todo ese aura de divinidad creado a su alrededor.

Sólo al final, por culpa de su novio y futuro marido Justin, vemos un atisbo de cambio en su personalidad. Cuando Brian decide que prefiere “estar abrazadito” antes que echar un polvo es cuando saltan las alarmas en el rubito, quien no quiere ser el responsable de que Brian cambie su estilo de vida. La “despedida sexual” que tuvieron a pocos minutos del final de la serie emociona casi tanto como cualquier otra; es la despedida de una pareja atípica y abierta, de eso no hay duda, pero también de una unión más auténtica que muchísimas otras.

Brian podría haber tenido un final feliz o un final triste en la serie. Pero, ¿cuál hubiera sido el feliz? ¿La boda con Justin? ¿O el regreso a Babylon? Habrá quien prefiera un “Y comieron perdices“, pero después de cinco temporadas era imposible que ‘Queer as folk’ terminara de otra manera. Brian volvió a Babylon, lo reconstruyó y volvió a subirse a la plataforma como el rey de la tarima que es. Como bien le dijo Michael al final:

Siempre serás joven, siempre serás guapo. ¡Eres Brian Kinney, por el amor de Dios!

En ¡Vaya Tele! | La importancia de llamarse Kenneth Parcell

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