¿Por qué gusta tanto 'Salvados'?

¿Por qué gusta tanto 'Salvados'?

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¿Por qué gusta tanto 'Salvados'?

Jordi Évole es ya un líder de opinión. Y no lo digo yo, lo dicen los datos -hechos objetivos- de audiencia. Pero si dependiera de mi, lo es desde hace mucho tiempo. Se fue quitando la piel de cómico (aunque nunca ha renunciado a su tono sarcástico) para descubrir al enorme Periodista que llevaba dentro. Eso, junto a la labor de todo el equipo, explica que 'Salvados' haya arrancado su octava temporada como fenómeno de audiencias.

Si ya superó la cuota del 20% en el estreno con "Familia Política" (un share del 20.3% y el minuto de oro, reuniendo a 4.486.370 seguidores), con su entrevista a Pablo Iglesias en Ecuador este domingo volvió a batir su marca, llegando al 23,8% y más de 4,9 millones de espectadores. y convirtiéndose en lo más visto de todo el fin de semana. Pese a que hablamos de hitos históricos para el programa, Évole ya hace tiempo que se metió al público en el bolsillo y no necesitábamos ningún dato de audiencia que lo confirmara. Del humor y la parodia al análisis más crítico, 'Salvados' ha evolucionado a lo largo de estos seis años en antena, convenciéndonos de su valía como analista y del importante papel del programa como vehículo de denuncia social y voz de los silenciados.

Algo cambió con 'Borrando a ETA'


Si hay un punto de inflexión en la trayectoria de 'Salvados' es éste. Desde que se emitiera en 2011 el prestigio de Évole y del programa ha ido creciendo considerablemente en audiencia (de una media en la sexta temporada de algo más de un millón de espectadores a ir ganando en torno a un millón de nuevos adeptos cada año).

No es éste el único tema que ha abordado con resultados loables y que le ha valido el reconocimiento de la profesión, o, como en otros casos, con el que se ha expuesto a las críticas. 'Salvados' se ha ido reinventando a sí mismo; lejos quedan ya aquellos días del Apatruyoyando y la burlona voz en off que le daba al programa un tono mucho más ligero, aunque sin renunciar jamás al látigo, o aquellos perfiles de personajes. Lejos los 885.000 espectadores de media que tuvo su primera temporada y ese 5,2% de cuota cuando Jordi Évole era aún, para casi todos, el follonero.

Con el paso del tiempo, el programa de Évole ha pasado de ofrecer un retrato costumbrista de esta nuestra España -recordemos los primeros "Salvados por la iglesia" o "Salvados por los toros" que se emitían a modo de especiales- a realizar cada semana una brillante labor periodística, ofreciendo un análisis exhaustivo de aquellos temas con los que la sociedad está especialmente sensibilizada (o al menos debería estarlo) y ofreciendo a todos los agentes implicados que participen del relato de los hechos (todos los que no se acobardan ante las maneras sinceras y directas de Évole).

Como ocurrió en Euskadi cuando insistió en que se dieran todas las respuestas y se oyeran todas las versiones. 'Salvados' es un espacio constructivo y su mayor mérito es fomentar el espíritu crítico de una sociedad que a veces parece dormida ante ciertos temas. Capítulos como "Los Olvidados", sobre el accidente del metro de Valencia, casi se pueden considerar un servicio público: no sólo se ayudó a la sociedad a entender qué había pasado en aquel accidente silenciado por el gobierno valenciano. También a los familiares, que tuvieron, gracias a aquel documento, más respuestas de las que les habían dado hasta aquel momento. Évole consiguió testimonios inéditos e incluso poner a políticos contra las cuerdas, expuestos a la opinión pública que le exigía saber.

Contenidos, forma y formato, el secreto de su éxito


"¿Quiere usted tomar un vino valenciano?
"No, quiero hablar de esto con usted, que me parece mucho más serio."

Juan Cotino y Jordi Évole

Aquel 28 de abril de 2013 'Salvados' fue el micrófono y el altavoz de muchos valencianos y el apoyo que nunca tuvieron sus familiares: no el protocolario, sino el de alguien entregado a que se supiera lo que pasó (igual que hicieran antes otros medios como El Mundo, desvelando pruebas irrefutables de la manipulación que se vivió, a todos los niveles). Aquel programa demostró, una vez más, cuán necesarios son los espacios de denuncia social y los entrevistadores que nunca se rinden y no dan una callada por respuesta.

Por algo fue aplaudido hasta por el prestigioso New York Times, en el que se comparó su modo de hacer al del activista y contestatario Michael Moore, y su labor a la de una cruzada. Pero su necesidad de renovar constantemente el formato no siempre ha sido bien entendida.

Si el debate en familia (política) en torno a una mesita camilla entre el líder de ER, Oriol Junqueras y una familia andaluza de todos los colores políticos, otros "experimentos" como "Operación Palace" le costaron casi un disgusto, aunque también le sirvió para anotarse su mejor cifra de audiencia y la de laSexta en una emisión no deportiva hasta el momento: 23,4% de share, 5,2 millones de espectadores y críticas y elogios a partes iguales. Aunque Jordi Évole tuvo sus motivos para hacerlo.

Fresco, directo, gamberro. Pero también comprometido, valiente, honrado. Tres rasgos que definen al buen Periodista. Este Licenciado en Comunicación Audiovisual, este ex-follonero y segundo de abordo en El Terrat es ya un líder de opinión, un profesional imprescindible y una de las personalidades que convierten a laSexta, hoy por hoy, en la cadena más recomendable cuando buscamos todos los datos, todos los hechos.

En ¡Vaya Tele! | 'Salvados', un programa de referencia

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