Adiós a 'El Príncipe', todo acaba en agua salada

Adiós a 'El Príncipe', todo acaba en agua salada

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Adiós a 'El Príncipe', todo acaba en agua salada

'El Príncipe' es una de esas series que ya forman parte de la historia audiovisual de nuestro país. Sus tres temporadas (si contamos esa división que ha supuesto su segunda parte) han sido uno de los fenómenos televisivos más destacados de los últimos años, con una repercusión espectacular y unas cifras de audiencia que no se lo han puesto fácil a sus rivales.

Fue la ficción más vista de 2015 y también es una de las más seguidas en diferido, a través de la app Mitele, que demuestra el poder que la doble pantalla está alcanzando en su forma de conectar con los espectadores. Y ayer la despedimos para siempre, con un impactante final que, como nos anunciaban, no ha dejado indiferente.

La nueva ficción nacional

Nunca podremos parar de repetir que esta producción es una de las culpables del gran salto cualitativo que ha dado la ficción de nuestro país. ‘El Príncipe’ ha sido una de las pioneras en apostar por algo que los espectadores demandábamos: series más cortas que no estiraran el conflicto hasta que éste perdiera su identidad.

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Así, hemos podido deleitarnos de un néctar muy puro y denso, muy perfumado, del que embriaga, sumergiéndonos en una historia que no ha tenido que perderse en tramas secundarias absurdas que no llevan a ningún lugar, sólo a rellenar esa gran cantidad de minutos que es uno de los calvarios del prime time.

Excelente thriller

Plano a plano es una de las productoras de moda y el trabajo desempeñado con esta serie de Telecinco es su mejor carta de presentación. Porque cuando nos dijeron que esto era thriller, nos estaban diciendo la verdad. La trama policíaca se ha atrevido con una cuestión muy compleja, muy áspera y peligrosa, pero fundamental en la sociedad en la que vivimos.

El tema del terrorismo es una de las preocupaciones principales de nuestro tiempo. Las especiales circunstancias geográficas del barrio ceutí nos han brindado un espléndido escenario. Esta serie hacía falta, para dignificar la televisión, a las series y a las productoras, a los guionistas, a todos los que quieren ir más allá y no quedarse en meros productos de entretenimiento.

Y todo gira

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Hemos tenido giros sorprendentes pero llenos de lógica. Los personajes han cubierto un camino y han luchado por encontrarse a sí mismos. La historia de Faruk, su evolución desde un traficante de barrio a un hombre que toma conciencia de su propia responsabilidad, ha sido uno de los ejemplos.

También vivimos la evolución en el personaje de Fran, que pasó de ser el enemigo del héroe a su aliado más leal. Y todas las traiciones, los dobles juegos, las mentiras a medias, los cambios de camisa, no han impedido que hayamos tenido otros ingredientes fundamentales en las series españolas: la importancia de la familia y de la historia de amor, con una mitología que sólo este contexto tan trágico podía aportar.

No quiero dejar de mencionar cómo se han ido incorporando interesantes temas como son los intereses económicos dentro del terrorismo, sus conexiones internacionales, y también el papel de la mujer, con esa Nayat a la que hemos detestado y por la que hemos sentido tanta compasión, como sólo los personajes bien construidos pueden lograr.

El final de una serie inolvidable

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Y luego está el final. Un final que se ha ido construyendo despacio, a fuego lento, como un buen guiso. Que ha tenido esa participación de Granada, de la Alhambra y su simbolismo, con un atentado evitado a medias y el crossover con dos míticos personajes como son los protagonistas de ‘El comisario’, otra maravillosa serie que nos embelesó durante años.

El último capítulo nos tuvo con el alma en vilo en todos y cada uno de los momentos. No hubo ni una sola secuencia en la que poder respirar y sí mucha acción y violencia, una apuesta por la realidad más dura. Ese grito de guerra 'Inghimasi' nos dejó con el corazón encogido con el tremendo asalto a la comisaria, en el que tanto horror nos esperaba.

Y luego, la huida de Fatima y Khaled, el inevitable enfrentamiento entre el prota y su antagonista y la dolorosa muerte de la joven, que nos hizo soltar alguna lagrimita. Más allá del triunfo o no del amor, la muerte de Fatima nos recuerda las terribles consecuencias de la violencia, el sufrimiento de los inocentes y del candor que aún existe en nuestro mundo.

En ¡Vaya Tele! | 'El Príncipe', mucha emoción para preparar ese final que esperamos de infarto

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