'Treme', contra todos los elementos

'Treme', contra todos los elementos
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Huracanes. Inundaciones. Exilio. Crimen. Corrupción. Traición. Avaricia. Abandono. ¿Eso es todo lo que tienes?

El eslógan que encabezaba el póster de la tercera temporada de 'Treme' ya estaba dejando muy claro uno de los temas que iban a tratar estos diez episodios: la resistencia. Todos sus personajes se ven forzados a resistir y a superar, si pueden, los más variados obstáculos que se cruzan en su camino, desde las trampas burocráticas y la corrupción rampante en el ayuntamiento, a algún problema serio de salud, a cosas más "mundanas" como la sensación de estancamiento personal que han sentido personajes como Antoine Batiste. La cabezonería y la insistencia les han llevado hasta el punto en el que los encontramos en la nueva temporada y, hasta cierto punto, la abogada Toni Bernette es un poco la cristalización de esa resistencia, porque no importa cuánto la intimide la policía de Nueva Orleans (a ella y a su hija), cuántos puntos muertos parezca encontrarse en sus investigaciones y cuántas veces tenga que pelearse con el sistema para conseguir unos informes, siempre cree que, al final, todo eso merecerá la pena. Si no lo hace ella, ¿quién lo hará?

El abandono institucional de los ciudadanos ya era algo que David Simon tocaba en 'The Wire', y aquí vuelve a quedar todavía más claro al mostrarnos los tejemanejes y estafas surgidos al calor de los programas municipales de reconstrucción de las zonas más afectadas por el huracán Katrina, unos programas financiados con dinero federal y cuyo funcionamiento termina pareciendo digno de una historia de Kafka (o de nuestra propia burbuja inmobiliaria), con gente que gana dinero por no hacer nada y casas que se arreglan y luego se derriban sólo para justificar que haya gente embolsándose dinero a cargo de dicho programa. Pero si vemos a Nelson Hidalgo aprovechando todas las oportunidades de negocio que se le presentan, también vemos a un grupo de mujeres que se dedicaron a investigar todo aquel gran timo y a exponerlo a la luz pública, una muestra más de que acaban siendo los ciudadanos, y no las instituciones, los que trabajan para tener una Nueva Orleans mejor.

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La corrupción policial

En la segunda temporada, el añadido del detective Terry Colson nos permitió echar un vistazo al interior de la policía de Nueva Orleans y a la dejadez que imperaba en ella, pero ahora lo que hemos visto es un ambiente totalmente corrupto y podrido a través de la investigación que el periodista L.P. Everett hace sobre las circunstancias que rodearon a la muerte de Henry Glover, días después del paso del Katrina, cuyo cadáver apareció carbonizado dentro de un coche en uno de los diques junto al río Mississippi. La investigación es real (el reportaje de A.C. Thompson se puede leer en la web de ProPublica) y hasta permite que uno de los casos que Toni investiga en la segunda entrega, la muerte de Joseph Abreu, tenga su resolución. De hecho, da la sensación de que Simon y Eric Overmyer dejaron preparado el final de esta temporada para que pudiera servir como cierre de 'Treme' si, al final, no lograban una cuarta. Muchas de las historias de Toni (y su relación con Colson) se resuelven, y la fiesta a beneficio de LaDonna del último capítulo, en la que vemos a casi todos los personajes, tiene también cierto aroma a despedida.

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La capacidad de aguante de LaDonna también se ha visto a prueba con todo lo que ha tenido que superar en el juicio contra el joven que la violó (cuyo amigo intenta intimidarla para que abandone hasta quemándole el bar), y con todas las trabas administrativas (y el viejo chantaje al estilo de la mafia) que le iban poniendo con la excusa de las quejas de los vecinos por ruido. Su línea argumental ha terminado cruzándose con la del Gran Jefe Albert Lambreaux, cuya tozudez ha estado a punto de romperse por culpa del duro tratamiento al que debe someterse por culpa del linfoma que padece. Lambreaux y sus espectaculares trajes de indio de Mardi Gras han sido, otra vez, uno de los puntos álgidos del capítulo centrado en el Carnaval, que siempre es el mejor de cada temporada (o uno de los mejores). Lambreaux y su hijo Delmond han representado, también, otro de los temas de esta entrega, que es la tentación de abandonar la integridad artística que ofrece el dinero.

Los fogones y las canciones

Janette Desautel, Annie Tee y hasta Davis se han visto en esa tesitura, especialmente las dos primeras. Sus carreras profesionales despegan, pero aunque alcanzan el éxito, las dos se adentran por ese camino con la sospecha de que los hombres que les prometen que todo va a ir a pedir de boca pueden estar engañándolas. Al final, ya vemos que la que termina prisionera de su propio éxito ("Soy esclava de mi propio menú") es Janette, cuyas reticencias hacia su socio capitalista en su restaurante se confirman por completo, por mucho que ella se empeñara en no querer verlas. Y en cuanto a Annie (además de que a su manager lo interprete Michael Cerveris, veterano actor de Broadway que también era el Observador de 'Fringe'), ha presentado la otra cara de la moneda de cómo ve un Davis cada vez más obsesionado con sus proyectos el negocio de la música. Esa ceguera hacia todo lo que no sean sus ideas lleva a la inevitable ruptura de su relación, pero la trama de Davis también nos ha permitido ver a algunas leyendas vivas de la música, como Fats Domino.

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Y luego, por ir resumiendo un poco, tenemos a dos de las personajes que más han madurado desde que los conocemos poor primera vez. Tenemos a Sonny culminando su camino de redención con su boda con Linh (aunque la tentación de volver a sus viejas adicciones siempre va a estar ahí), y tenemos a Antoine Batiste convertido en un profesor que se preocupa de verdad por sus alumnos y que quiere que aprovechen su talento musical para poder conseguir las oportunidades que, a lo mejor, no tendrían de otro modo. Antoine se frustra porque, como músico, cree haberse quedado estancado y también cree que la enseñanza le aparta de su amor por tocar en directo ("No soy un adulto, soy un músico", como le dice a su mujer), pero al final su recorrido vital por la serie se completa cuando aprende a aceptar que él quizás no va a ser nunca el nuevo Kermit Ruffins, pero que está en su mano ayudar a que alguno de sus alumnos sí lo sea. Ese cierre de su recurrente chiste con las propinas de los taxistas es otra muestra más de que sus responsables pensaban que 'Treme' no iba a pasar de aquí.

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Pero lo hará. Simon tendrá una cuarta temporada de cinco capítulos para contarnos el epílogo en las vidas de todos estos personajes, unos personajes que este año se han visto mejor conectados entre sí (ha ayudado que unos cuantos de ellos hayan interactuado por primera vez). El factor de denuncia de todos los desastres perpretados en la ciudad tras el huracán no oculta el deseo por salir adelante de sus habitantes, el cariño que tienen todos por Nueva Orleans (hasta Nelson) y su capacidad para hacer frente a las adversidades. Y si las adversidades parece que te superan, siempre habrá alguien que te ayuda a vencerlas. Y que organice un concierto benéfico para que puedas reconstruir tu bar.

Ah, por cierto, TNT ya ha empezado a emitir esta tercera temporada en España, los domingos por la noche.

En ¡Vaya Tele! | 'Treme' tendrá una cuarta y última temporada

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