La máscara de Dexter: de las grietas a los añicos

La máscara de Dexter: de las grietas a los añicos
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Nos van los tipos malos. La imagen de héroe impecable no sólo es aburrida, es lejana e irreal. Resulta difícil identificarse con alguien que hace siempre lo correcto, que no duda de sus ideales y no se contradice. Los tipos de moralidad discutible son atrayentes por su complejidad, por creer tenerlo todo bajo control y estar convencidos de mantenerse imperturbables. Por sus lógicas retorcidas y por ser fruto de los traumas y obstáculos que pone la vida.

Dexter Morgan es muchas cosas. Es asesino y justiciero, es hermano y hermanastro, y hace tiempo que se rindió a su monstruo interior. Pero Dexter no nació siendo asesino, las circunstancias lo dibujaron así; y cuando su padre descubrió su secreto, a su Oscuro Pasajero, creyó que no existía esperanza para él, ¿Por qué habría Dexter de pensar lo contrario?

Esta génesis del personaje es vital para comprender los terrenos en los que se mueven las diferentes temporadas de la serie de Showtime y para entender el nivel de empatía y la fuerte conexión con la audiencia que ha ido consolidando con los años. Una audiencia inspirada por su incansable búsqueda de la identidad.

Dexter tiene muchos elementos en común con cualquier serial killer que se precie. Disfruta y se recrea en el acto de matar, es meticuloso, tiene patrones de conducta muy marcados y traumas del pasado.

Sin embargo, los guiones de ‘Dexter‘ se han servido de varias herramientas para potenciar ese lazo con el espectador: una voz en off que subraya contradicciones y dudas, la imagen de su padre adoptivo Harry como representación del código pero también como un ancla al pasado que le impide evolucionar o la decisión de situar la rutina diurna del personaje en la boca del lobo.

El papel de los villanos

La serie ha estructurado la evolución de Dexter de tal forma que sus capas se fueran descubriendo poco a poco, colocando a sus némesis en el ojo de ese huracán que vuelve patas arriba su rutina, su código y todo aquello que creía considerar un universo aparentemente frío e indolente.

Pero sus némesis nunca han sido simples villanos. Dexter veía en ellos algún elemento con fascinación, y la rivalidad era el último sentimiento en el que pensábamos cuando lidiaba con lo que cada uno de ellos le ofrecía.

Ruddy cree conocerle, le hace ser consciente de origen de su monstruo y desea imponerle la identidad que ha decidido para él. Lila le desnudó, física y figurativamente. Compartió con él la oscuridad y le hizo comprender que sí tenía sentimientos y que le preocupaban las personas que tenía cerca. Miguel Prado fué un elemento de fuerza contra código de Harry, dos figuras que gritaban sobre cada uno de los hombros de Dexter, como si de pequeñas conciencias rivales se tratase.

Y si en Miguel Prado tuvimos un intento de aprendiz, y alguien que de verdad conocía el gran secreto, en Arthur Trinity Mitchell encontramos un intento de maestro. Un monstruo con familia, alguien que aparentemente había conseguido la gran meta de nuestro protagonista: la conjunción armoniosa entre la vida familiar, los seres queridos, y la vida secreta del asesino en serie. Uno que también entraba en conflicto con lo que Harry representa.

Tras el necesario partir de Rita, la compañera de Dexter en la quinta entrega es la venganza. Es esa pérdida de uno de los pocos elementos de su vida que consiguen que se sienta humano. Lumen, y su cabellera rubia como la de Rita, le ayuda a canalizar el dolor a través de una vendetta que Dexter convierte en propia.

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Y, ¿a qué viene todo esto ahora? Por fin he tenido tiempo de ver la sexta temporada, centrada inicialmente en la fe y la religión, y no ha estado a la altura de lo que habíamos vivido hasta ahora con la serie. Con sus altos y bajos, cada temporada había sido capaz de poner las cartas sobre la mesa, agitar al protagonista y hacerle evolucionar de alguna manera, algo que no han conseguido afinar con el Doomsday Killer.

Lo que solía ser un puzzle meticulosamente medido donde mandaban la tensión, la reflexión y el crecimiento del personaje, se ha convertido en un puñado de técnicas efectistas al servicio de unos giros que no funcionan y de misterios tremendamente predecibles.

La religión como temática se presentaba interesante gracias al papel del Pastor Sam y cómo su fe afecta y sorprende profundamente a Dexter. Sin embargo, su prematura muerte hace que el tema se disperse, perdiendo un foco que los villanos no consiguen recuperar. Porque sí, esta vez no tenemos una némesis, un agitador que ponga todo el universo interior de Dexter patas arriba. Travis es un villano sin profundidad que no sólo no aporta nada relevante, sino que ese punto de vista suyo aburre, no interesa y sólo existe para la trampa.

Ha sido Debra la que verdaderamente ha abierto los ojos en varios aspectos, la que se ha enfrentado a su propia vulnerabilidad. Desde su nuevo y flamante puesto de poder ha ido aprendiendo que su implicación emocional es lo que la define y convierte en la buena y persistente detective que es.

She’s the only person in the world who loves me. I think that’s nice. I don’t have feeling about anything, but if I could have feelings at all, I’d have them for Deb

Mucha polémica ha rodeado al nuevo haber en la relación de los dos hermanos y, sin embargo, a mí me ha resultado de los pocos avances interesantes y consecuentes de la temporada. Los propios guionistas afirman haber tenido la idea en constante consideración desde el comienzo de la serie y no sólo lo hemos visto en esa relación de dependencia de ella, sino por los sentimientos que Dexter nos ha demostrado con los años.

Debra. El único pilar que se mantenía imperturbable en el universo de Dexter está a punto de desmoronarse. El regreso de algún modo del caso del Ice Truck Killer y el esperado desenmascaramiento del Dark Passenger sugieren que este séptimo año volveremos a los cimientos de la serie, al pasado de los dos hermanos y a revivir desde los ojos de ella toda la mentira que ha sido su relación.

Los ingredientes fallaron en la temporada pasada, no eran suficientes y tampoco fueron capaces de dar con la receta. Pero lo que nos viene ahora es otro tema. Es probablemente el punto de arranque más interesante que hemos tenido hasta el momento y confío en volver a vibrar con una serie que tantos personajes y momentos memorables nos ha dado.

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