'Un restaurante en mi salón', discreto estreno en la noche del viernes de Cuatro

'Un restaurante en mi salón', discreto estreno en la noche del viernes de Cuatro
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Tras el cese del combinado formado por ‘Ajuste de Cuentas’ y ‘La Escalera’ que nos venía ofreciendo Cuatro los viernes por la noche desde principios de julio, le llega el turno ahora a ‘Un restaurante en mi salón’. El concurso aterrizaba esta semana compitiendo con el imbatible circo que supone ‘Sálvame Deluxe’ (hipnosis de Sandoval incluida) y con el exitoso espacio presentado por Carlos Sobera en Antena3, ‘Atrapa un millón’. A pesar de ser un programa entretenido, la nueva apuesta de la cadena no consiguió atraer el interés de la audiencia al anotar un flojo 5’6% de cuota de pantalla, unos datos que empeoran los obtenidos por sus predecesores.

Producido por Zeppelin TV, el programa está basado en ‘Restaurant in our living room’, un formato que viene avalado por la excelente acogida internacional que ha tenido en países como Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Rumanía, Turquía o Francia. El éxito conseguido fuera de nuestras fronteras, sin embargo, no ha logrado ser emulado por ‘Un restaurante en mi salón’, cuyo principal interés recae en la capacidad de las parejas de soportar el estrés ante una situación de presión.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Así funciona ‘Un restaurante en mi salón’

Dos parejas disponen de 48 horas y un presupuesto de 600€ para lograr transformar su salón en un restaurante. Durante ese tiempo tienen que orquestar un plan para conseguir ser mejores anfitriones que la pareja a la que se enfrentan. El menú ofrecido, la calidad del servicio, la ambientación del lugar y la temperatura a la que sirvan el salmón son claves para hacerse con la victoria. Son los propios comensales los que deciden la cantidad que van a abonar por la cena; el restaurante que más recaudación obtenga es el vencedor.

El mayor aliciente supone ver los problemas que surgen entre las parejas después de tener que soportar semejante situación de estrés. Tienen que dar de cenar a alrededor de 40 comensales en un plazo de tres horas, con menús que incluyen 3 primeros platos, 2 segundos y 2 postres. El ambiente comienza a caldearse rápidamente, y no precisamente por la temperatura de los fogones. Los conflictos en torno a la comida, el presupuesto, la disposición de las mesas o la estrategia a seguir nos trae los primeros encontronazos entre los participantes.

A favor y en contra

De hecho, lo que más nos entretiene es ver cómo pierden los nervios los anfitriones ante la más mínima complicación. Y de eso se encargan los asistentes a la cena, quienes vienen con la escopeta cargada y ganas de quejarse a la mínima: la decoración, las faltas ortográficas de la carta, la limpieza de las copas o los manteles, el pelo que se ha colado en la sopa, el salmón más duro que la piedra pómez y el solomillo frío. Todo puede fallar en el improvisado nuevo negocio.

El principal punto a favor que ofrece este nuevo docu-show es que es entretenido. La emoción por saber qué pareja ganará es casi inexistente, pero gusta ver cómo los comensales sacan de quicio a los anfitriones, que a pesar de su histerismo fuerzan una sonrisa. También es interesante ser testigo de la competitividad que surge entre las parejas concursantes y sus respectivas estrategias por desconcertar al rival. En general, el montaje es ameno, ágil y muy fácil de digerir; lo que supone una alternativa pasable para las noches de los viernes.

Lo que juega en contra de ‘Un restaurante en mi salón’ es que no ofrece nada especialmente nuevo y original. Puede caer en lo insustancial y en lo anodino si los concursantes no dan un poco de juego, ya sea con sus discusiones, sus numeritos o sus enfados. Nos recuerda peligrosamente a otros formatos como ‘Mi casa es la mejor’ o, sobretodo, a ‘Ven a cenar conmigo’. La diferencia es que el resultado final no recae en manos de los propios concursantes, sino de los clientes a los que dan servicio, por lo que es todo más imparcial (y menos divertido).

Así, en líneas generales nos topamos con un programa que se deja ver con facilidad y que se sale del drama sensacionalista y del coaching ofrecido por Cuatro en la noche del viernes. Una alternativa que difiere del contenido que encontramos en las otras cadenas esa noche y que puede convencer a cierto sector de la audiencia. El pedazo de pastel, por pequeño que sea, ya lo saborea pero, ¿conseguirá aguantar el tipo el espacio gastronómico?

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