Ridley Scott: '1492, la conquista del paraíso', la ambición

Ridley Scott: '1492, la conquista del paraíso', la ambición
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A un año vista de la celebración del quinto centenario del descubrimiento de América —esa celebración que nos dejó, a aquellos que pudimos visitarla, una Exposición Universal para el recuerdo— el gobierno de nuestro país y la comisión creada ex-profeso para la organización de los fastos que rodearían tan señalada fecha, se pusieron a todo gas a dar con ideas con las que sacar partido a los quinientos años que, el 12 de octubre de 1992, se cumplirían desde que Cristóbal Colón pisara las arenas de la isla de Guanahaní, rebautizada como San Salvador por el navegante y parte del archipiélago de las Bahamas.

Lecciones de historia al margen, lo que a nosotros nos interesa es la repercusión directa que el trabajo de gobierno y comisión tuvo en el séptimo arte, un trabajo que se tradujo en dos producciones centradas en la figura del marino genovés que supusieron dos apuestas muy diferentes en términos de aproximación al mismo. De una parte nos llegaría 'Cristobal Colón, el descubrimiento' ('Christopher Columbus: The Discovery', John Glen, 1992), de la otra, la cinta que hoy nos ocupa en este especial dedicado a Ridley Scott, '1492: la conquista del paraíso' ('1492: Conquest of Paradise', 1992).

Dos filmes para una misma historia

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Y si bien sus talantes eran completamente opuestos, si algo dejaron claro ambas cintas es que el interés del público por conocer los vericuetos de la vida de Colón se movían entre pocos e inexistentes, saldándose tanto una como otra con sendos fracasos tanto a nivel de taquilla como crítico. Dos palos que, bien merecidos, pasaron a sumarse a todos los gastos absurdos y desproporcionados que con la excusa de la onomástica del descubrimiento se llevaron a cabo durante los cuatro años previos a 1992 y a los que habría que sumar, obviamente, los de las Olimpiadas de Barcelona.

En lo que respecta al filme firmado por un John Glen que susituyó a George Pan Cosmatos un día antes de que comenzara el rodaje, quizás lo que mejores pistas puede dar acerca del pie por el cojeó la cinta es que venía producida por los Salkind y que éstos, en otro alarde de estulticia del mismo orden que el que demostraron cuando dejaron escapar a Richard Donner para las secuelas de 'Superman' (id, 1978), plantearon una peliculita de aventuras de tres al cuarto de la que lo único destacable es el inspirado trabajo que Cliff Eidelman hizo en los pentagramas.

Inicialmente implicado en ella, Ridley Scott salió despavorido de la muerte anunciada que era la cinta de los Salkind cuando llegó a sus manos el guión firmado por Rose Bosch, una periodista francesa que, investigando para un artículo que le había encargado el semanario 'Le Point', había terminado por plasmar la inmensa cantidad de datos recabados en un guión cinematográfico que hizo llegar al cineasta británico. Las ganas de éste de volver a rodar un filme de corte histórico se unieron a lo ventajoso para el proyecto de poder contar con alguien de su renombre, implicándose pues Scott en la que terminaría siendo una de sus cintas más denostadas.

'1492: la conquista del paraíso', larga y episódica

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No me esforcé en ofrecer una recreación histórica sino en dar una inteligente especulación sobre lo que realmente ocurrió y sobre como fue él en realidad, para que al final el público pudiera formar su propia opinión. Ridley Scott

Quizás muchos penséis que a la vista de algunos de los títulos que han compuesto la filmografía del director —tanto de la que ya hemos repasado como la que todavía hemos de repasar— afirmar que '1492...' es uno de los puntos más bajos en la trayectoria del responsable de 'Legend' (id, 1986) es una exageración. Puede que estéis en lo cierto, pero en favor inicial de mi aseveración viene el hecho de que, siendo una cinta que no veía desde el día de su estreno hace veintidós años, el recuerdo que guardaba de la misma se ha visto alterado en muy pocos matices con este segundo visionado.

Entre los matices que han ganado con el paso de los lustros se encuentran ciertos valores estéticos que aquél chaval de diecisiete años no era capaz de apreciar, al menos no en la dimensión en que puede apreciarlos ahora, y a la voluntad de Scott por dotar al relato histórico de esa atmósfera que tan bien ha caracterizado siempre sus producciones, se unen aquí la fotografía de Adrian Biddle —que repetía con Scott después de 'Thelma y Louise' ('Thelma & Louise', 1991)— y el espléndido trabajo llevado a cabo por la totalidad del equipo de diseño de producción.

El problema es que, cuando uno deja de lado los aspectos técnicos, y comienza a valorar los artísticos, es cuando '1492...' comienza a desvelar sus muchísimas flaquezas, vengan éstas de parte del reparto, del guión o, en términos más abstractos, de las sensaciones que va generando un metraje episódico hasta decir basta, que hace de la casualidad el hilo conductor de los acontecimientos y al que, por faltarle, le falta un sentido de la épica que habría sido muy deseable en ciertos momentos de la historia.

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Con ese desembarco desangelado y visualizado —cómo no— a ralentí como ejemplo más claro de las pocas resonancias que tiene el relato de las aventuras y desventuras de Colón, y considerando que la llegada a las Américas es el punto álgido de un metraje que, desde entonces, va perdiendo de forma paulatina el interés inicial que podía haber despertado en el público, poco puede destacarse de lo que Bosch redacta como sustrato básico del filme y sólo me atrevería a apuntar la forma en la que la periodista trata la paradoja final de que el nuevo mundo termine configurándose bajo los mismos parámetros que el viejo.

Tocada pues la línea de flotación de la historia por unos saltos temporales que nunca llegan a explicarse y que, a partir del citado descubrimiento, obvian cualquier cita al tercer viaje de Colón, fusionando con mala fortuna el segundo y éste en una suerte de descenso a los infiernos del histórico personaje, poco pueden hacer los diversos talentos interpretativos por levantar el interés. Con un Gérard Depardieu a la cabeza al que siempre me ha costado ver en la piel del genovés —vale, lo de George Corraface era ya directamente de juzgado de guardia— el resto del reparto cumple sin más y poco se puede resaltar de él.

Tal es el caso de Sigourney Weaver, Fernando Rey, un jovencísimo Juan Diego Botto, el siempre sobreactuado Armand Assante, un Tchéky Karyo completamente inapropiado como Martín Alonso Pinzón o una Ángela Molina que no va más allá de su belleza natural. Pero no todo es negativo en estas orillas, y a un Achero Mañas que se ajusta como un guante al papel del marinero Juanito, habría que añadir lo efectivo de la presencia de Michael Wincott como Moxica, un noble violento y pendenciero que se sitúa muy cerca del papel que el canadiense ya interpretó en 'Robin Hood, príncipe de los ladrones' ('Robin Hood: Prince of Thieves', Kevin Reynolds, 1991) o aquél al que dará vida en 'El cuervo' ('The Crow', Alex Proyas, 1991).

Destacando, para finalizar, el superlativo trabajo efectuado por Vangelis —que compone uno de esos temas suyos capaces de trascender el hecho cinematográfico para convertirse en parte de la cultura popular—, y dejando en una modesta nota a lo que Scott da de sí detrás del objetivo, queda claro que, como ya afirmaba más arriba, '1492, la conquista del paraíso' es, para el que esto suscribe, un obstáculo más en la carrera de un cineasta que reincidirá un par de veces más en dejarnos tibios —o directamente helados— antes de remontar el vuelo hacia mejores cumbres.

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