'Horizontes Lejanos', sobre hombres y manzanas podridas

'Horizontes Lejanos', sobre hombres y manzanas podridas
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Es horroroso comprobar lo mal que funciona la memoria a veces. Y hablando de cine, que sepas que has visto una película, a ciencia cierta, pero no recuerdes casi nada de la misma. Aprovechando que me encontraba asistiendo a un breve ciclo del gran Anthony Mann, recuperé el film que nos ocupa, 'Horizontes Lejanos' (1952), de la que sólo recordaba un par de destellos (como comprobé en este segundo visionado), a saber porqué.

Creo que la escena más significativa de 'Horizontes Lejanos' es aquella en la que un personaje está seleccionando manzanas y aprovecha esa tarea para referirse a la naturaleza de los hombres. Según él, hay manzanas que sencillamente están podridas, no cambian, y es mejor separar del resto, porque en caso contrario, las contaminarían. El receptor de esa contundente metáfora disimula pero la cámara se fija en su mirada; aunque no sabemos qué ha pasado con este hombre, nos damos cuenta que no está nada de acuerdo con la teoría de las manzanas podridas. Más adelante, tendrá oportunidad de demostrar su propia visión de la naturaleza del hombre. Al menos, su caso.

'Horizontes Lejanos' se centra en Glyn McLyntock, un guía de misterioso pasado que acompaña a una caravana de colonos cuyo deseo es asentarse en unas tierras lejanas, río arriba, más allá de Portland. Un día, casualmente, salva de la horca a Emerson Colt, con el que, a pesar de los secretos, sabe que le une algo; Colt decidirá acompañar a McLyntock y los colonos a la espera de encontrar un sitio mejor. Tras el ataque de un grupo de indios y el paso por un pueblo donde compran provisiones, y donde se queda Colt, finalmente, la caravana llega a su destino. Aunque todo marcha bien, la llegada del invierno hace peligrar su existencia, necesitando urgentemente la llegada de más provisiones. Los suministros que han comprado no acaban de llegar y McLyntock se compromete a volver a buscarlos. La supervivencia de la comunidad está en sus manos.

Como dejaban claro las declaraciones que os copié recientemente, el paisaje es uno de los elementos que más juego tienen para Anthony Mann. En 'Horizontes Lejanos', dejando al margen los momentos con ese ridículo decorado de las montañas, el paisaje representa, como en 'La Puerta del Diablo', la búsqueda de una tierra prometida, la esperanza de una vida mejor en medio de un vasto y duro tablero lleno de peligros. Igualmente, es fundamental la identificación que se hace entre el personaje de James Stewart y el territorio natural que recorren. El guía no sólo conoce el mejor camino entre las montañas, sino que se maneja a la perfección cuando le toca ser el depredador. Otra cosa será cuando lleguen al pueblo, símbolo demoledor del poder corruptor del dinero, de donde salen, no por casualidad, los más rastreros enemigos. De nuevo, las manzanas podridas. Y los hombres. Stewart prefiere el agradecimiento de un pueblo que llevarse una montaña de oro. Bendito sea.

James Stewart

Mann vuelve a contar con James Stewart para protagonizar un western tras los maravillosos resultados de 'Winchester 73' y no cabe duda que la estrella, una de las que brillaron con mayor intensidad, aporta al film algo más que su famosa y particular presencia. Stewart interpreta de forma inmejorable a un hombre de pasado siniestro (varios momentos nos dicen esto, como cuando se lleva la mano al cuello, tapado por un pañuelo) que ayuda a un grupo de personas en la búsqueda de una tierra donde asentarse. Su experiencia, ya digo, adquirida en un pasado oscuro, se demostrará a lo largo de todo el metraje, y será fundamental para combatir a esos otros hombres violentos que no conocen nada salvo su propio beneficio personal; las manzanas podridas. Tan ejemplar como espectacular resulta toda la parte final de la película, desde el momento en que Stewart, con el rostro desencajado, en un primer plano de gran fuerza, amenaza a Arthur Kennedy con perseguirle sin respiro. La cara que se le queda a éste es para enmarcarla, también. Por cierto, se dice por ahí que el personaje de Stewart sería repetido años más tarde por Gary Cooper en 'El Hombre del Oeste'. ¿Una secuela encubierta? A mí me parece que son personajes muy similares (lo del pasado es obvio), pero lejos de ser idénticos. Desde luego, la comparación no es gratuita.

Del resto del reparto, destacar al mencionado Kennedy, divertido y siniestro, en un papel que no es más que una variación del que encarna el guía de los colonos. Dicho esto, humildemente, creo que otro actor con mayor carisma le habría venido mejor al film, puesto que nadie se pone de su lado en ningún momento, cosa que sí hacemos con el personaje de Stewart, a pesar de que ambos se empeñan en ocultar sus negras raíces. Señalar también la presencia de un joven Rock Hudson, que si bien sale poco, deja su huella con su encanto natural, y la radiante Julie Adams, que tiene un papel estupendo, de interesante progresión y de los que ya no abundan, como reflexionaba hace poco mi compañera Beatriz.

Igual que me parece que otro actor podría haber aportado algo más de suspense al personaje de Colt, creo que hay fases en que el color le hace un flaco favor a 'Horizontes Lejanos'. Me refiero, por ejemplo, a tanta ropa de colores tan variados y chillones, o al resultado de algunos decorados, que quedan muy por debajo del nivel de la película, restándole un poco de majestuosidad y pudiendo provocar que, especialmente el público de hoy, se deslice alguna risita involuntaria. Desde luego, todo eso desaparece conforme el film avanza, porque a ver quién es el gracioso que se atreve a respirar cuando Stewart va eliminando forajidos en la oscuridad de la noche o cuando llega ese tenso y violento enfrentamiento de los dos rivales en el río.

En resumen, una magnífica película que no debe faltar en vuestra colección. Con 'Horizontes Lejanos', Anthony Mann continúa engrandeciendo el mítico género del western. Pongo a Dios por testigo que no volveré a olvidar la amenaza de un furioso James Stewart o la preciosa forma en que acaba la historia. Imprescindible.

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