La gala de los Goya, ese irregular espectáculo televisivo

La gala de los Goya, ese irregular espectáculo televisivo
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La expectación dio paso al show y después de que se hablar mucho sobre lo que sucedería en la gala de los Goya, esta se abrió paso recordándonos lo desigual que puede llegar a ser el espectáculo televisivo de la familia del cine español. Es curioso como el espectador llega al final de una gala de estas características con el deseo de que termine cuanto antes, como quien accede a subirse a una noria que parece que nunca vaya a dejar de dar vueltas. Las últimas galas de los Goya han terminado ofreciendo un show a medio hacer, algo que también ha ocurrido con la gala que La 1 emitió anoche y que Eva Hache volvió a presentar por segundo año consecutivo.

Pese a que no quedamos del todo satisfechos con su conducción el año pasado, Eva Hache era la elegida para presentar de nuevo una gala que tiene fama de cometer los mismos errores una y otra vez, sobre todo esos que los desligan de cualquier tipo de ritmo televisivo que pueda alcanzar para mantener al espectador enganchado a la pantalla. En esta ocasión, Eva Hache jugó un papel más reivindicativo que humorístico, ya que sus intervenciones, sobre todo en el monólogo del inicio de la gala, prefirieron sacar los colores de algunos antes que hacer reír a la audiencia.

Cuchillos afilados para una gala en la que se esperaba mucha más reivindicación de la que al final reunió, que deja en evidencia lo perjudicial que habría sido cualquier tipo de censura por parte de La 1, como algunos medios apuntaban que debía darse. Lo mejor de Eva Hache se quedó al inicio de la gala y pese a un buen arranque, al que se unió el vídeo de presentación con una acertada parodia de la película 'Bienvenido, Mister Marshall', la gala fue avanzando a trompicones con momentos de lo más dispares. No todos los sketches funcionaron y lo cierto es que, como suele pasar en estas ocasiones, la fuerza y la espontaneidad de varios discursos de eclipsaron a los momentos ya preparados.

A lo largo de la gala pudimos ver una serie de parodias sobre las películas nominadas que no mostraron gracia alguna, al igual que algún que otro monólogo de Eva Hache ya más avanzada la gala. Tampoco funcionó el número musical, ese episodio al que se suele recurrir aunque sea evidente que solo provoca espanto entre los espectadores. En esta ocasión, ese número musical contrastó bastante con el monólogo que Concha Velasco pronunció tras recibir su Goya Honorífico, uno de los buenos golpes de la noche que quedó arruinado tras la manía por cantar que se dan en las últimas fiestas del cine español.

Buenos momentos para Alex O'Dogherty con un simpático momento en el escenario y para los chicos de 'Muchachada Nui', que pusieron la auténtica nota de humor que una gala de estas características debería mantener durante toda su duración. Una vez más, la noche se alargó mucho más de lo deseable, donde los eternos agradecimientos no ayudaron a levantar expectación. Sin embargo, otros discursos, como los de Candela Peña, Maribel Verdú, Julián Villagrán o Juan Antonio Bayona, ayudaron a soportar una gala que anoche no mostró la mejor de sus caras.

Pero si por algo será recordada la gala de los Goya este año será por el grave error que se dio durante la entrega del Goya a la mejor canción original. En primer lugar se anunció que el ganador era 'Los niños salvajes' pero Adriana Ugarte y Carlos Santos rectificaron cuando el equipo de la película ya se encontraba en la escalera, dispuesto a recoger su premio. Tras este error, nadie se dignó a dar una explicación sobre lo que había ocurrido, ni siquiera la presentadora, sembrando una semilla de indignación entre la audiencia.

En definitiva, un año más tenemos motivos para las quejas, después de presenciar una gala que superó las tres horas de duración sin apenas cortes publicitarios y que volvió a caer en las mismas piedras del pasado. La noche mostró sus caras más diversas, pero el resultado no fue ese espectáculo televisivo que un espectador se dispone a seguir por la pequeña pantalla. El resultado, más bien, fue de nuevo esa mezcla extraña, muy aburrida en ocasiones y con escasos momentos de color y donde, una vez más, el ritmo televisivo brilló por su ausencia.

En ¡Vaya tele! | La gala de los Goya no mejora con Eva Hache

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