La peor cara de la televisión del morbo

La peor cara de la televisión del morbo
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No es novedad. No es la primera vez que ocurre en televisión ni en el resto de los medios de comunicación. Y, desgraciadamente, no será la última. Cuando un nuevo suceso escabroso ocurre en España, la normalidad en la televisión se detiene, los programas comienzan a moverse entre los bajos fondos y una conmocionada audiencia no puede parar de consumir datos, opiniones y juicios paralelos sobre lo ocurrido. Es una pescadilla que se muerde la cola del morbo, dando lugar a contenidos que no tienen problemas en traspasar la barrera de la información y que convierten la televisión (esto no solo ocurre en España) en un contenedor audiovisual repugnante.

Esto es lo que vivimos estos días tras el asesinato de una niña en Galicia, un hecho que ha ganando peso en la televisión española a medida que se conocían los nuevos datos sobre el caso. El trato televisivo que se le está dando sigue la estela de otros que ya tuvieron su apogeo en el pasado, como el reciente caso Bretón, y de nuevo observamos cómo los programas de televisión no tienen ningún pudor para excederse en tiempo, detalles y declaraciones con el único objetivo de captar a la audiencia y reforzarse en la parrilla.

No importa el color de cada cadena ni la imagen que esta tenga en la sociedad. Lo cierto es que en mayor o menor medida podemos ver ejemplos de cómo se traspasa la línea de la moralidad en cualquier programa de televisión que se dedique a dar cobertura a la actualidad, donde los juicios paralelos están a la orden del día sin importar si estos puedan afectar a la investigación del caso. Especulaciones, opiniones y valoraciones subjetivas se suceden mientras se intenta ganar la batalla a la competencia porque, no lo olvidemos, la especial cobertura que se ofrece de un determinado tema va directamente ligado al interés que se espera que tenga (y al número de espectadores que se intuye que habrá tras la pantalla), por lo que no parece que existan límites para explayarse con estos sucesos, ya que está en juego un buen dato de audiencia al día siguiente.

La lucha sucia por la audiencia

Llamativo es el caso del duelo que viven 'Espejo público' y 'El programa de Ana Rosa' en las mañanas. De poco importa la blancura que lleva por bandera la cadena a la que pertenece el primero ni la entera dedicación al mundo del corazón de la que presume la programación del segundo. Ambos compiten por dar la mayor (que no mejor) cobertura posible, con un buen número de informaciones, directos y conjeturas que van más allá de lo que se sabe hasta el momento e incluso de lo que debería hacerse público.

Todo en aras de la información, pero lo cierto es que lo que se busca es cubrir varias horas de directo con todos los datos que sean posibles, algo de lo que no se libra ni siquiera nuestra cadena pública. Porque en esta guerra no nos podemos dejar atrás a 'La mañana de La 1', que, aunque lejos en las audiencias, tampoco tiene inconveniente en realizar concesiones sensacionalistas y mostrarlas a su público de vez en cuando. Como muestra, el botón expuesto en el vídeo de arriba, donde podemos ver una de las informaciones que se ha emitido sobre el crimen que solo alimenta el morbo que ya existe alrededor de él. Este caso tiene aún más importancia si tenemos en cuenta que se trata de nuestra cadena pública, que supuestamente debería cuidar al máximo todas sus informaciones que llegan a ver la luz.

En general, no hay ningún reparo en acudir a las declaraciones de familiares y conocidos, en incorporar las valoraciones de expertos que hagan un perfil psicológico en diez minutos que permita demonizar a un presunto culpable y en crear un debate lleno de conjeturas. Los recursos del sensacionalismo vuelven a ponerse a disposición de cada programa para atraer a los espectadores como insectos que acuden a la luz fluorescente, dándole a estos sobradas teorías que puedan utilizar al día siguiente mientras se toman un café con sus compañeros de trabajo o una cerveza con los amigos.

Porque la audiencia responde ('Espejo público' y 'El programa de Ana Rosa' superaron el 20% de share a finales de la semana pasada) y ese parece ser el justificante perfecto para seguir escarbando en el hecho en cuestión. Una vez más asistimos a uno de esos casos en el que los espectadores tienen buena culpa de lo que ofrece la pequeña pantalla, ya que conectando con estos contenidos propician que se multipliquen en la parrilla. Así se explica que, tras el interés mostrado, Antena 3 y Telecinco estén dispuestas a modificar su programación de noche para dar cabida a programas especiales en los que tratar más a fondo un caso como este. Sucederá esta noche con Nacho Abad por parte de Antena 3 y Sandra Barneda en el bando de Telecinco, momento en el que las dos cadenas se volverán a ver las caras compitiendo directamente por llevarse a la audiencia a cambio de caer un peldaño más bajo.

Abrelosojos

Podemos citar otros casos, como el ocurrido con 'Abre los ojos... y mira', que tras su tercera emisión y todavía no tener el apoyo mayoritario de la audiencia, centró gran parte de su último programa en hacer un minucioso repaso sobre lo ocurrido, volviéndose a transformar para usar el hecho como una manera de crecer en número de espectadores. Llama la atención si tenemos en cuenta que 'Abre los ojos... y mira' se estrenó como un programa muy diferente de lo que se convirtió el pasado sábado. Tras la reconversión, los datos han mostrado que este recurso ha sido bien recibido por la audiencia, demostrándonos de nuevo que la televisión sensacionalista cuenta con un buen apoyo por parte de los espectadores.

He citado tres ejemplos de lo que ha sucedido en los últimos días pero el traspaso de los límites también nos lo hemos podido encontrar en 'laSexta noche', 'Las mañanas de Cuatro' y prácticamente cualquier otro programa que se dedique a tratar la actualidad, informativos incluidos. ¿Dan una cobertura correcta sobre el suceso o están influenciados por esa conmoción general que ellos mismos aprovechan para captar a la audiencia? Lo vivido estos días hace que nos decantemos por la segunda opción al mismo tiempo que nuestra televisión muestra por enésima vez su cara más repulsiva.

En ¡Vaya tele! Respuestas | ¿Es correcto el tratamiento en televisión del "Caso Bretón"?

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