Tres por cuatro

Tres por cuatro
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Hay un programa del que, a pesar de los años transcurridos, guardo un estupendo recuerdo. Se trata de "3 x 4" o "Tres por Cuatro", el concurso que presentó Julia Otero (también Isabel Gemio o Constantino Romero en algunos momentos) a finales de los 80. Este programa se emitía todas las mediodías entre semana, y constituía el acompañamiento perfecto para las comidas antes de volver al "cole".

La mecánica del concurso partía de una base original: era cada concursante el que elegía su premio final por el que iba a pelear. El programa valoraba dicho premio en puntos y, si el concursante los conseguía todos, obtenía el premio pedido. Esto le aportaba al programa un toque muy personal, muy cálido. Es evidente que hoy por hoy todo se puede comprar con dinero, y que en el fondo daba igual decir "ganas un globo aerostático" que "ganas un millón de pesetas". Pero con este sistema todo adquiría un toque más íntimo, y me atrevería a decir que las ganas de los participantes eran aún mayores que si fuesen a llevarse un mero premio económico. La forma de ganar puntos era sencilla: había que contestar preguntas sobre minireportajes o pequeñas pruebas de habilidad mental. De esta forma, se conseguía además que el programa fuese entretenido en sí mismo: si echaban tres o cuatro minireportajes durante cada edición, sobre temas variados, eso de más que aprendías. Otro concepto que supongo que ahora ya no se podría poner de moda, claro: ¿quién quiere gastarse dinero elaborando ningún tipo de contenido cuando con unas simples cajas rellenas todo el programa? ¿Será que como público ahora nos conformamos con menos contenidos, y nos vale con un entretenimiento superficial?.

Para dar alguna seguridad al concursante, y que pudiese fallar alguna pregunta, existían un número de comodines proporcionales al valor en puntos de su premio. Con el aliciente de que, tras esos comodines representados por cartas de tamaño natural, se encontraba una "provocativa" (para la época, y ni siquiera; ahora sería lo más casto del mundo) señorita (diría que Susana Estrada, pero igual patino. Parece que en efecto patinaba, y que es Susana Egea - gracias, zama) que, al caer el último comodín, mostraba sus encantos. En fín, un toque picantillo para reforzar el atractivo del programa.

Como digo, es un programa que a pesar de los años transcurridos se mantiene en la memoria. Como todo, supongo que si lo volviesen a emitir quizás se defraudasen mis recuerdos. Pero tengo la sensación de que era una forma mucho más inteligente de rellenar media hora de concurso que muchas de las alternativas que tenemos hoy en día.

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