'Todos los hombres sois iguales', Nostalgia TV

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Hubo un tiempo, a nivel de ficción ya muy lejano, en que el estreno de una nueva serie española era un acontecimiento soberbio, por lo infrecuente del mismo. En la televisión de los 90, algunas series como ‘Farmacia de guardia‘ barrieron el polvo de cierta reticencia a pensar que nosotros también podíamos hacer cosas divertidas, de calidad y que enganchasen a la audiencia. La serie ‘Todos los hombres sois iguales’ es un ejemplo de ese paso adelante.

Los espectadores devoraban los programas españoles y las series americanas. Los modelos que nos llegaban de USA tenían, a parte de su calidad dramática y técnica, como un halo de grandeza a la que la ficción española no podía aspirar. Pero, por fin, afortunadamente, nos quitamos ese corsé y empezamos a crear series que, cómo no, calaron en el gran público. La llegada de las teles privadas tuvo mucho que ver en eso. Hoy, taitantos años después, se nos permite echar la vista atrás y recordar con nostalgia (toma juego de palabras) algunas de aquellas series que nuestros inocentes ojos contemplaban por primera vez.

La serie que primero fue película

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En 1994, Manuel Gómez Pereira dirigió una comedia protagonizada por Imanol Arias, Juanjo Puigcorbé, Antonio Resines y Cristina Marcos. El éxito de la cinta entre el público y también de cara a la crítica, ganó dos premios Goya en la categoría de Guión Original y Mejor Actriz, llevó a alguna mente pensante a considerar que su traslado a la pequeña pantalla, adaptada como serie de prime-time, podría ser una buena idea para una tele privada que aún estaba naciendo y que, por entonces, nos llenaba de una sana esperanza. Así se engendró la serie, que se llamó igual que la peli, ‘Todos los hombres sois iguales’ y que se alargó durante cinco temporadas.

Guerra de sexos

¿Qué habría hecho la ficción sin un arma tan poderosa, dinámica y con tantas caras como es la guerra de sexos? El argumento principal de la serie era la historia de tres amigos que, por circunstancias, se separaban de sus respectivas esposas los tres a un tiempo. Envalentonados por lo que consideraban iba a significar retomar su vida de solteros, decidían irse a vivir los tres juntos y hacer lo que les diera la gana, con esas típicas exclamaciones de “a partir de ahora pondré los pies encima de la mesa” (yo soy mujer y pongo los pies encima de la mesa, no sé en qué lugar me deja eso) y se conjuraban para hacer de su pisito una auténtica fortaleza en la que ninguna mujer pasaría más de una noche.

Pero como esto es una comedia y los tópicos son lo que son, pues resultaba que los tres hombres, hechos y derechos, no tenían ni idea de cómo llevar las tareas domésticas. Eran unos ineptos totales porque, en su momento, nadie les había dicho que aprender a pasar la fregona no era ninguna deshonra para el macho. Esto, a pesar de ser un topicazo, ha significado y significa una verdad como un templo para muchas parejas antiguas y presentes, así que poca risa.

Así que los varones contrataban a una asistenta para que les resolviera esos asuntos tan molestos. Una chica que se convertía en un objeto de caza sexual primero, y en una confidente después, pues la muchacha resultaba ser atractiva, inteligente y dura como una piedra, a base de, precisamente, relacionarse con machos alfa que creen sabérselas todas.

La serie explotaba mucho ciertos convencionalismos sí, pero conseguía ser fresca, divertida y hasta desternillante en muchos momentos, pues tenía unos guiones fabulosos con un equipo de creativos capitaneados por un Joaquín Oristrell más atinado que nunca. De hecho, en su tiempo, muchos la calificaron de surrealista y transgresora. Recordad que estábamos en 1996 y que la serie competía, por ejemplo con ‘La casa de los líos’ con Arturo Fernández en Antena 3.

Una mesa con veinte patas

Los “solteros de oro” que protagonizaban la serie formaban un trío muy equilibrado, lo suficientemente iguales para embarcarse en aventuras sin pensarlo demasiado, lo suficientemente diferentes como para destacar, generar conflicto y aportar matices.

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Joaquín estaba interpretado por Josema Yuste. Era un presentador de televisión un tanto engreído y petulante. Manolo, encarnado por Tito Valverde, era un árbitro que sólo ponía una cosa por encima del fútbol: el amor a sus hijas. Venía a ser ese tipo de personaje masculino, cabezota y un poco rancio que esconde un alma sensible y hasta un tanto ñoña. El último del trío era Juan Luis, interpretado por Luis Fernando Alvés. Era un dentista caradura y plimboy (que diría Paco Martínez Soria) con un alto concepto de su atractivo personal.

En una parte de la balanza, estos tres, y en la otra, Yoli, la chica que limpiaba casa y mente, con una Ana Otero que se rebeló como una fantástica actriz. En general, creo que todo el casting estaba enormemente acertado pero con Ana Otero lo bordaron, porque sabía darle al personaje ese cariz duro, cínico y hasta un poco derrotista que tan bien supo calar en el coranzocito de la audiencia.

Estos cuatro personajes formaban un grupo familiar que, por su peculiaridad, ya ofrecía bastante conflicto y muchas posibilidades de liarla. Pero, claro, a parte, cada uno de los separados tenía su correspondiente familia: sus ex-mujeres, las nuevas parejas de éstas, sus hijos… y la propia Yoli tenía un niño, una hermana un tanto estrafalaria (un jovencísima Laura Pamplona) y un ex que era malo como la quina. Así que, en realidad, la serie ponía en ristre hasta cinco historias familiares diferentes, para todos los gustos y colores. Y eso que nos dejamos a los vecinos, que aportaban lo que podían a esta ya sabrosa salsa.

Una serie inolvidable

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Recuerdo esperar el momento de que empezara la serie con muchísimas ganas. Muchos todavía en esa época (todavía en ésta) la consideraban una españolada más pero a mí me encantaba ver una serie de ficción nacional en la que se usaba nuestro vocabulario y en la que los personajes se podían parecer a mi vecino del quinto (no se parecían ni por casualidad, no obstante). El mérito de series como ésta, que no contaba con mucho presupuesto y habían de ajustarse a baremos de producción muy esclavos residía en sus guiones y en cómo los creadores se sacaban las mañas para inventar historias adictivas con elementos muy básicos.

La serie fue un éxito que declinó un tanto cuando la trama principal empezó a hacer hincapié en los aspectos más dramáticos de las historias y no tanto en las peripecias locuelas que se vivían en sus inicios.

Un detalle sobre el final de la serie es el hecho de que inspiró otra ficción de la casa Telecinco. La mítica ‘El Comisario‘ nació como comedia, llamada ‘Las calles de San Fernando’ y la intención de la cadena amiga era apostar por un tono parecido al de ‘Todos los hombres sois iguales’, pero, esta vez, con Tito Valverde como protagonista absoluto. Como veis, la cosa dio muchas vueltas pero, afortunadamente, nos deparó una estupenda ficción nacional.

Ficha Técnica: Todos los hombres sois iguales

Hubo un tiempo, a nivel de ficción ya muy lejano, en que el estreno de una nueva serie española era un acontecimiento soberbio, por lo infrecuente del mismo. En la televisión de los 90, algunas series como ‘Farmacia de guardia‘ barrieron el polvo de cierta reticencia a pensar que nosotros también podíamos hacer cosas divertidas, de calidad y que enganchasen a la audiencia. La serie ‘Todos los hombres sois iguales’ es un ejemplo de ese paso adelante.

Los espectadores devoraban los programas españoles y las series americanas. Los modelos que nos llegaban de USA tenían, a parte de su calidad dramática y técnica, como un halo de grandeza a la que la ficción española no podía aspirar. Pero, por fin, afortunadamente, nos quitamos ese corsé y empezamos a crear series que, cómo no, calaron en el gran público. La llegada de las teles privadas tuvo mucho que ver en eso. Hoy, taitantos años después, se nos permite echar la vista atrás y recordar con nostalgia (toma juego de palabras) algunas de aquellas series que nuestros inocentes ojos contemplaban por primera vez.

La serie que primero fue película

igualespeli

En 1994, Manuel Gómez Pereira dirigió una comedia protagonizada por Imanol Arias, Juanjo Puigcorbé, Antonio Resines y Cristina Marcos. El éxito de la cinta entre el público y también de cara a la crítica, ganó dos premios Goya en la categoría de Guión Original y Mejor Actriz, llevó a alguna mente pensante a considerar que su traslado a la pequeña pantalla, adaptada como serie de prime-time, podría ser una buena idea para una tele privada que aún estaba naciendo y que, por entonces, nos llenaba de una sana esperanza. Así se engendró la serie, que se llamó igual que la peli, ‘Todos los hombres sois iguales’ y que se alargó durante cinco temporadas.

Guerra de sexos

¿Qué habría hecho la ficción sin un arma tan poderosa, dinámica y con tantas caras como es la guerra de sexos? El argumento principal de la serie era la historia de tres amigos que, por circunstancias, se separaban de sus respectivas esposas los tres a un tiempo. Envalentonados por lo que consideraban iba a significar retomar su vida de solteros, decidían irse a vivir los tres juntos y hacer lo que les diera la gana, con esas típicas exclamaciones de “a partir de ahora pondré los pies encima de la mesa” (yo soy mujer y pongo los pies encima de la mesa, no sé en qué lugar me deja eso) y se conjuraban para hacer de su pisito una auténtica fortaleza en la que ninguna mujer pasaría más de una noche.

Pero como esto es una comedia y los tópicos son lo que son, pues resultaba que los tres hombres, hechos y derechos, no tenían ni idea de cómo llevar las tareas domésticas. Eran unos ineptos totales porque, en su momento, nadie les había dicho que aprender a pasar la fregona no era ninguna deshonra para el macho. Esto, a pesar de ser un topicazo, ha significado y significa una verdad como un templo para muchas parejas antiguas y presentes, así que poca risa.

Así que los varones contrataban a una asistenta para que les resolviera esos asuntos tan molestos. Una chica que se convertía en un objeto de caza sexual primero, y en una confidente después, pues la muchacha resultaba ser atractiva, inteligente y dura como una piedra, a base de, precisamente, relacionarse con machos alfa que creen sabérselas todas.

La serie explotaba mucho ciertos convencionalismos sí, pero conseguía ser fresca, divertida y hasta desternillante en muchos momentos, pues tenía unos guiones fabulosos con un equipo de creativos capitaneados por un Joaquín Oristrell más atinado que nunca. De hecho, en su tiempo, muchos la calificaron de surrealista y transgresora. Recordad que estábamos en 1996 y que la serie competía, por ejemplo con ‘La casa de los líos’ con Arturo Fernández en Antena 3.

Una mesa con veinte patas

Los “solteros de oro” que protagonizaban la serie formaban un trío muy equilibrado, lo suficientemente iguales para embarcarse en aventuras sin pensarlo demasiado, lo suficientemente diferentes como para destacar, generar conflicto y aportar matices.

iguales

Joaquín estaba interpretado por Josema Yuste. Era un presentador de televisión un tanto engreído y petulante. Manolo, encarnado por Tito Valverde, era un árbitro que sólo ponía una cosa por encima del fútbol: el amor a sus hijas. Venía a ser ese tipo de personaje masculino, cabezota y un poco rancio que esconde un alma sensible y hasta un tanto ñoña. El último del trío era Juan Luis, interpretado por Luis Fernando Alvés. Era un dentista caradura y plimboy (que diría Paco Martínez Soria) con un alto concepto de su atractivo personal.

En una parte de la balanza, estos tres, y en la otra, Yoli, la chica que limpiaba casa y mente, con una Ana Otero que se rebeló como una fantástica actriz. En general, creo que todo el casting estaba enormemente acertado pero con Ana Otero lo bordaron, porque sabía darle al personaje ese cariz duro, cínico y hasta un poco derrotista que tan bien supo calar en el coranzocito de la audiencia.

Estos cuatro personajes formaban un grupo familiar que, por su peculiaridad, ya ofrecía bastante conflicto y muchas posibilidades de liarla. Pero, claro, a parte, cada uno de los separados tenía su correspondiente familia: sus ex-mujeres, las nuevas parejas de éstas, sus hijos… y la propia Yoli tenía un niño, una hermana un tanto estrafalaria (un jovencísima Laura Pamplona) y un ex que era malo como la quina. Así que, en realidad, la serie ponía en ristre hasta cinco historias familiares diferentes, para todos los gustos y colores. Y eso que nos dejamos a los vecinos, que aportaban lo que podían a esta ya sabrosa salsa.

Una serie inolvidable

iguales

Recuerdo esperar el momento de que empezara la serie con muchísimas ganas. Muchos todavía en esa época (todavía en ésta) la consideraban una españolada más pero a mí me encantaba ver una serie de ficción nacional en la que se usaba nuestro vocabulario y en la que los personajes se podían parecer a mi vecino del quinto (no se parecían ni por casualidad, no obstante). El mérito de series como ésta, que no contaba con mucho presupuesto y habían de ajustarse a baremos de producción muy esclavos residía en sus guiones y en cómo los creadores se sacaban las mañas para inventar historias adictivas con elementos muy básicos.

La serie fue un éxito que declinó un tanto cuando la trama principal empezó a hacer hincapié en los aspectos más dramáticos de las historias y no tanto en las peripecias locuelas que se vivían en sus inicios.

Un detalle sobre el final de la serie es el hecho de que inspiró otra ficción de la casa Telecinco. La mítica ‘El Comisario‘ nació como comedia, llamada ‘Las calles de San Fernando’ y la intención de la cadena amiga era apostar por un tono parecido al de ‘Todos los hombres sois iguales’, pero, esta vez, con Tito Valverde como protagonista absoluto. Como veis, la cosa dio muchas vueltas pero, afortunadamente, nos deparó una estupenda ficción nacional.

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La serie que primero fue película

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iguales ficha
  • Título Original: Todos los hombres sois iguales
  • Género: Comedia
  • Emitida en España: Telecinco, FDF
  • Disponibilidad DVD: No
  • En ¡Vaya Tele! | Nostalgia TV

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