Ficción nacional vs. ficción estadounidense, eterno y ridículo debate

Ficción nacional vs. ficción estadounidense, eterno y ridículo debate
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No son pocas las ocasiones en las que he visto que se ha iniciado el debate entre la ficción nacional y la ficción estadounidense. Como si estuviésemos obligados a elegir solo una y a echar pestes sobre la otra, muchos se apuntan al carro para alabar la grandiosidad de las series realizadas en Estados Unidos, mientras no faltan los improperios para las series de aquí, que parece que se establecen como productos audiovisuales que se encuentran a la cola de todo seriéfilo que se precie.

Estas comparaciones, en las que siempre sale perdiendo la ficción española, surgen en coloquios, redes sociales o artículos de opinión y casualmente llegan a su máximo esplendor cuando termina una buena temporada en Estados Unidos o se estrena una serie de dudosa calidad en España. Todo sea por denostar una y otra vez la ficción patria, que vive un momento en el que no puede evitar que se la compare constantemente con todo lo que viene de fuera, una actitud que favorece que todas las series emitidas en España caigan en el saco de los prejuicios cuando son expuestas a la dichosa comparación.

No seré yo el que diga que las series españolas no tienen problemas, porque venimos apuntando desde hace tiempo que los tiene y muy gordos, especialmente la comentada duración de sus episodios y la manía de llegar a todos los públicos con una misma propuesta. Pero tampoco parece sensato comparar, así a la ligera y de buenas a primera, dos mercados audiovisuales que no tienen mucho que ver. Si solo nos centramos en el número de ficciones que se estrenan en Estados Unidos cada temporada con las que ven la luz en España, vemos que la comparación es ya de por sí ridícula, porque el elevado número de series estadounidenses provoca que haya más donde elegir y, como consecuencia, que haya un amplio abanicos de ficciones que guste a un número mayor de espectadores.

Al igual que sería absurdo decir hoy en día que Estados Unidos emite peores series que en España, pero lo cierto es que cada temporada vemos como existe un buen número de estrenos que pasan a formar parte de las ficciones más aburridas y espantosas de la televisión, a las que en ocasiones no le damos ni siquiera el beneficio de su primer episodio en pantalla. El número de estas series también sobrepasa a las que se emiten aquí, pero la gran cantidad de producciones que existe en general hace que estas opciones pasen desapercibidas a la hora de alabar el producto audiovisual norteamericano.

Las generalizaciones nunca fueron buenas

La comparación se establece aún más ridícula si observamos cómo han evolucionado ambos mercados y la cantidad de ofertas que existen al otro lado del Atlántico. Son absurdos, por ejemplo, todos esos comentarios que se lamentan de que en España no se realice una 'Breaking Bad', sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una ficción de cable que en sus inicios va destinada a un público mucho más minoritario que el habitual. Aunque muchos la quisiéramos, en España no tenemos una plataforma sólida que de cobijo a ficciones de este tipo, emitidas en canales de pago para un público minoritario, algo que, por otro lado, cuando se ha hecho ha sabido marcar la diferencia con respecto a las series nacionales de televisión en abierto (véase 'Crematorio' o '¿Qué fue de Jorge Sanz?').

CartaaEVA

Difícilmente el mercado español logre parecerse algún día al estadounidense, ya que solo por el número de público al que va dirigido el segundo estamos ante una clara desventaja. Pero también parece un reto complicado que muchos comiencen a acercarse a la ficción nacional sin los miedos que se establecen debido a su origen. No todas las series españolas deben caer en el mismo saco solo porque sí y supongo que la gran mayoría de los que se dedican a denostarla no se ha parado a darle una oportunidad a ficciones que desde luego no han caído en esos vicios que se nos vienen a la mente cuando hablamos de "españoladas".

Las generalizaciones nunca fueron buenas, en ninguno de los dos sentidos, y supongo que quienes crean que todas las ficciones españolas son iguales no se habrán detenido a comprobar la fortaleza de 'Isabel', el cuidado de 'Gran Hotel', las soberbias interpretaciones de la reciente 'Niños robados', la detallista puesta en escena de 'Carta a Eva' o incluso el reflejo de nuestra sociedad narrado en 'Cuéntame cómo pasó', solo varios ejemplos de lo que (también) podemos encontrar en nuestra parrilla televisiva actual. Es cierto que la ficción nacional tiende a tirar de costumbrismo y de extender tramas repetidas una y otra vez, pero no podemos obviar que, sobre todo en los últimos años, hay series españolas que han conseguido distanciarse de la tendencia general que se suele ofrecer en nuestra televisión.

Por eso me da rabia que muchos apunten hacia fuera y no sepan destacar los logros que se consiguen desde nuestras fronteras, quedándose en la simpleza de alabar lo extranjero simplemente por tener un lugar de origen que no huele a español. Por supuesto que no digo que lo que aquí se hace sea mejor que lo extranjero (sería poco inteligente decir eso), sino que entrar en el debate de calidad-procedencia es disparatado, porque fuera se produce mucho más, y eso da lugar a mejores y peores productos, y porque quien elige seguir las series solo atendiendo al lugar de procedencia acabará perdiéndose los buenos contenidos que el país denostado llegue a ofrecer.

Las cadenas de televisión de nuestro país continúan evolucionando, dando luz verde a productos poco prometedores pero también a ficciones que quieren seguir explorando nuevos terrenos ('El tiempo entre costuras', 'Víctor Ros', 'Galerías Velvet', 'Hermanos'...), aunque es cierto que aún tendrán en la duración de capítulos, el costumbrismo y la tendencia a llegar a todos los públicos una serie de obstáculos que dificultarán su progresión. Pero, de cara al espectador, lo más sano y enriquecedor es que consiga liberarse de odios automáticos y se ponga a ver las series que le gustan, sin dejarse llevar por apellidos ni lugar de procedencia que haga que se pierda buenos productos porque sea incapaz de mirar más allá de sus propios prejuicios.

En ¡Vaya tele! | La ficción española, vencer al prejuicio

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