'Warehouse 13' no sólo sabe ser graciosa, también puede ser emocional

'Warehouse 13' no sólo sabe ser graciosa, también puede ser emocional
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Las series veraniegas del cable básico suelen ser ligeras y apostar por el humor; los estrenos más sesudos y trascendentales suelen dejarse para el cable premium. Sin embargo, esas series más ligeras, conforme transcurren las temporadas, van probando arcos cada vez más serios, que afectan más directamente a sus personajes y que dejan en ellos huellas emocionales, y no es raro que, cuando están ya en la cuarta o quinta temporada, esa temática más "oscura" se adueñe casi por completo del show. En 'Warehouse 13' no ha llegado a pasar esto del todo, pero es cierto que esta cuarta temporada, que hemos visto dividida en dos entre el verano pasado y éste, ha tenido connotaciones más personales para sus protagonistas y un tono más emocional, como quien dice.

Y ya no hablamos sólo de ese momento muy de 'Expediente X' en la cuarta temporada entre Myka y Pete, sino de cómo las consecuencias de los actos de Artie al principio de la temporada se han dejado sentir de un modo u otro a lo largo de estos 20 capítulos. La serie ya había terminado sus dos primeras temporadas con grandes cliffhangers en los que parecía que estaba todo perdido, sólo para solucionar la situación casi sin problemas al volver del hiato, pero la destrucción del almacén que cerraba la tercera, más la interferencia temporal de Artie para evitarla a posteriori, no se han barrido debajo de la alfombra como si nada. Del mismo modo, la muerte de Leena a manos de Artie se mantiene de fondo durante los últimos diez capítulos, e informa bastantes de las acciones que sus personajes realizan.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

El Almacén, en peligro

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Es cierto que el Almacén ha estado en peligro o ha sido destruido varias veces a lo largo de estas cuatro temporadas, pero esta vez sí parece que la situación es más desesperada. La presentación de Paracelso como el malvado anterior cuidador del Almacén (interpretado por Anthony Stewart Head en modo "soy el más villano, y el más manipulador, del lugar") permite que Claudia asuma su futuro como cuidadora y transmite una sensación real de riesgo, de que Artie y compañía pueden perderlo todo. Y aunque se viera venir un poco, Paracelso también ha terminado integrando en la trama principal la subtrama del cáncer de Myka, que a veces parecía estar buscando un impacto un poco gratuito en el espectador, pero que después ha estado bien manejada a través de cómo lidian con esa noticia tanto la propia Myka como Pete.

Así, además, ellos han vuelto a ocupar un poco el centro de la serie, por lo menos el emocional, pues desde la segunda temporada, ésta ha terminado girando más sobre Artie y su costumbre de intentar solucionar todos los problemas por su cuenta. Él ha sido el gran protagonista de la cuarta entrega justo por ese sentido excesivo del deber y la responsabilidad, que le lleva primero a deshacer la destrucción del Almacén y, después, a verse sobrepasado por la culpa de haber matado a Leena, aunque no fuera él mismo cuando eso ocurrió. La evolución de los sentimientos de Artie son los que han proporcionado ese lado un poco más serio a 'Warehouse 13', que ya había coqueteado otras veces con la advertencia de que los agentes del Almacén tienen un alto riesgo de salir heridos, o de morir, o de volverse locos durante su trabajo allí.

De homenajes y tontunas varias

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De todos modos, que la serie haya querido explorar de verdad las consecuencias que puede acarrear trabajar para el Almacén no ha impedido que no haya seguido con sus interacciones simpáticas entre sus personajes y con sus homenajes divertidos a diferentes cosas. Por ejemplo, el capítulo homenaje al noir clásico de los 40 puede ser uno de los mejores que ha hecho la serie porque une esa relación divertida, y con gran química, entre Pete y Myka, las bromas tontas y simpáticas y, al final, una sorprendente carga emocional con la revelación del escritor del libro de sus verdaderas razones para estar atrapado en él. También fue simpático el episodio sobre el mago casi jubilado y el que casi parecía una parodia de 'Mujeres desesperadas' y, por supuesto, tuvimos la vuelta de HG Wells en un capítulo muy esperado por los shippers del dúo HG-Myka.

Wells representa perfectamente el lado oscuro del Almacén, las consecuencias que tiene el trabajo en él y el estar en contacto prolongado con sus artefactos, y casi lo hace mejor que la familia del conde de Saint Germain, aunque James Marsters y Polly Walker resultaron muy entretenidos de ver, y sus interacciones con Pete y Myka dejaron un par de divertidos gags, casi siempre a costa de Pete. 'Warehouse 13' puede no tener las tramas más imaginativas del mundo, ni las mejor construidas (ni los efectos especiales más punteros), pero sí esta impulsada por unas ganas de pasarlo bien que hacen que pasemos por alto algunos de sus capítulos más hechos con el piloto automático. Siempre suele haber alguna conversación entre Pete, Myka y Claudia que le da cierta diversión al asunto.

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Ahora, Jack Kenny y el resto de responsables de la serie sólo tienen los seis capítulos de su quinta y última entrega para cerrar todos los frentes que se abren al final de esta cuarta, desde lo que parece un cáncer terminal de la agente Bering al control total del Almacén por parte de Paracelso. La dinámica entre todos sus personajes ha sido siempre el principal fuerte de 'Warehouse 13' (y su voluntad de no tomarse nunca demasiado en serio a sí misma), así que veremos si ocupa el centro de los últimos episodios, o si da un paso al fondo en favor de la resolución de la trama de Paracelso. Sea como sea, la serie ha crecido bastante desde un piloto no demasiado impresionante, y lo ha hecho abrazando su lado más 'payaso' y divertido, aunque para su final haya buscado explorar más su parte emocional.

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