'The Blacklist', el encanto no tan procedimental del criminal

'The Blacklist', el encanto no tan procedimental del criminal
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De un tiempo a esta parte cada vez me muestro más cauteloso ante los estrenos americanos, en especial si son de una network, donde el concepto riesgo está en claro peligro de extinción. Esto unido a lo apurado de tiempo que he estado durante el último mes ha conseguido que únicamente haya empezado a ver dos series de entre los estrenos de estas últimas semanas, ‘Marvel´s Agents of Shield’, de la que nos dio su opinión mi compañero Albertini, y ‘The Blacklist’, que será la gran protagonista de este artículo.

Lo cierto es que hace años que tengo miedo de que NBC deje de ser una mala parodia de una canal de televisión, ya que eso ha permitido una larga vida a series que en otras networks quizá ni siquiera hubieran llegado a completar su primera temporada. ‘The Blacklist’ era uno de sus grandes apuestas de este año para lograrlo y su éxito está siendo espectacular –ha sido el primer estreno en conseguir temporada completa- y lo mejor de todo es que, al menos por ahora, puedo decir que es merecido por lo que hemos podido ver hasta el momento. Eso sí, difícilmente podría tener más dudas sobre su futuro.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Una premisa tan sugestiva como limitada

James Spader en

Lo primero que me llamó la atención de ‘The Blacklist’ fue su premisa, ya que la idea de que una gran mente criminal se entregara a la justicia y ayudase al FBI a capturar a otros maleantes esperando conseguir algo cambio es estimulante. También tiene muchas limitaciones, ya que los peligros de convertirse en otro procedimental más van a sobrevolar sobre ella en todo momento, pero hasta ahora han sabido equilibrar muy bien la historia del maleante de la semana con progresos en la trama horizontal de la serie.

No tengo problemas en reconocer que quedé muy satisfecho con el piloto, aunque me hubiese encantado que le hubiesen dado más libertad a Joe Carnahan para apostar por un tono visual menos reluciente y más sucio. Soy también consciente de la necesidad de resultar atractiva para la mayor cantidad de público, por lo que prefirió potenciar su vertiente más dinámica, esa que hace que los detalles más procedimentales no resulten demasiado mecánicos, sino simples pasos en un relato fluido y con varias caras.

El segundo episodio ha seguido la misma línea y ya de entrada abordaba un detalle que me temía que iba a ser dejado de lado: ¿Cómo iba a conseguir el FBI carta blanca para actuar según los deseos de un maleante por mucho que sus informaciones lleven a la detención de otros criminales? La solución ha estado lejos de ser ejemplar, pero sí ha sido suficientemente convincente para ir dando pequeños pasos adelante. Lo importante ahora será ver su capacidad para no hacerse repetitiva –confieso que temía que ya me invadiera esa sensación durante su segundo capítulo, pero no fue el caso-, ya que la trama horizontal con la que cuentan tampoco va a dar mucho de sí sin tener que recurrir a giros engañosos o trampas argumentales que en realidad no lleven a ninguna parte.

Un protagonista arrollador

Veredicto sobre

Pese a lo dicho en el apartado anterior, ‘The Blacklist’ no sería la mitad de lo que es de no haber conseguido que James Spader liderase su reparto. Además, se percibe que está disfrutando con el papel que le ha tocado interpretar —la chulería que desprende es una perversa y divertidísima evolución de lo ya mostrado como Alan Shore en ‘Boston Legal—, ya que aún recuerdo lo cansina que fue su participación en ‘The Office’ —él mismo ha reconocido que si participó en la serie fue únicamente por el dinero—, siendo esto lo único que me hacía dudar de su posible buen hacer aquí.

Se ha querido ver en Raymond Reddington a una especie de variante de Hannibal Lecter, tanto por su colaboración de la justicia como por el muy particular quid pro quo que establece con la novata Elizabeth Keen. No negaré que hay parte de verdad, pero la forma de abordar el personaje por parte de James Spader es diametralmente opuesta la de Anthony Hopkins –si la comparación fuese con Mads Mikkelsen ya sí que no vería apenas parecidos-, siendo la necesidad de explorar su lado más carismático para hacer que el público adore a un peligroso criminal el principal punto en común.

Lo mejor de todo es que James Spader ni siquiera tiene que mostrarse encantadoramente malicioso a través de los diálogos para dejar claro que es un actor superior –la secuencia en la que es capturado al inicio del piloto es buena prueba de ello- que derrocha carisma, alguien que debería estar en una serie con un reparto mucho mejor escogido. El problema de ello es hasta qué punto sus compañeros salen malparados o al menos dan la réplica con cierta corrección.

Flojos secundarios, buenos invitados y Megan Boone

Megan Boone en

Prefiero no echarles la culpa a los propios actores, pero entre los personajes regulares de la serie reina una tendencia a la mediocridad, a convertirse en meras marionetas de James Spader y no hacer nada para realmente luchar contra ello. Eso no tarda en afectar a nuestra impresión sobre ellos, la cual puede resumirse en a ver cuánto tiempo tardan en ser ridiculizados por Reddington. Una forma de compensar esto es crear buenos villanos episódicos, ya sea con grandes estrellas invitadas como Isabella Rosellini o rostros menos conocidos por el gran público como Jamie Jackson. Por mi parte, les recomendaría llamar a los agentes de Nicolas Cage y John Cusack, que últimamente aceptan casi cualquier cosa y su presencia aquí sería de lo más resultona.

Atención aparte merece Megan Boone, ya que aún no tengo claro si me inspira la suficiente confianza para que crezca interpretativamente a medida que Elizabeth Keen vaya descubriendo cosas sobre su pareja o el motivo de haber sido elegida por Reddington o si por el contrario jamás pasará de dar la réplica decentemente a James Spader, contando con la ventaja de que éste no tiene especial interés en humillarla. Por ahora ha estado convincente en un rol más pasivo, ya que siempre que ha querido cantarle las cuarenta al protagonista hay algo que chirriaba. A cambio, sufre bastante bien. Ya veremos.

Veredicto

Antes de empezar a ver la serie temía que ya en el segundo episodio quisiera abandonarla por repetitiva y desaprovechar las posibilidades de su material de partida. Cuando terminé de ver el piloto pensé que sería a los cinco episodios y ahora mismo soy lo suficientemente optimista como para dar por sentado que veré al menos diez. Es entretenida, tiene un gran protagonista, los casos semanales me interesan y la trama horizontal ha captado mi interés. Ojalá siga evolucionando y no se hunda, que ese miedo nunca va a desaparecer.

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