'Spartacus: Gods of the Arena', una precuela que va más allá

'Spartacus: Gods of the Arena', una precuela que va más allá
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Aunque en Cuatro están en plena emisión de la primera temporada de ‘Spartacus‘, al otro lado del Atlántico acaba de finalizar ‘Spartacus: Gods of the Arena’. No se trata de una segunda temporada, sino de una precuela que decidieron rodar mientras esperaban a que el protagonista de la serie original, Andy Whitfield, se recuperara de su enfermedad. Los responsables de la serie transformaron un episodio en formato de flashback que tenían pensado para la segunda temporada en una mini-serie de seis episodios, que ha superado con creces su función.

Lo primero que llama la atención de ‘Spartacus: Gods of the Arena’ es su planteamiento. Debido a la improvisación que provocó su nacimiento, podríamos pensar que se trataba de una serie de relleno más que de otra cosa, intentando aprovechar el éxito de su predecesora. Nada más lejos de la realidad: la serie está bien planteada, aporta detalles que desconocíamos sobre los personajes y encaja perfectamente con la historia posterior que conocemos. Y eso, teniendo en cuenta que era algo que no tenían pensado, tiene aún más mérito.

Antes de seguir, es necesario hacer un par de aclaraciones. Si bien ‘Spartacus: Gods of the Arena‘ es una precuela, no es aconsejable verla antes sin haber visto ‘Spartacus’. Se explican detalles que se aprecian más si se ve en el correcto orden de emisión. Además, y concretamente hablando del último capítulo de ‘Gods of the Arena’, las imágenes del final se superponen con las del final de la serie original. Pese a ser una precuela, hay que verla después. Y, segundo, a partir de aquí, este post contiene spoilers importantes tanto de ‘Spartacus’ como de ‘Spartacus: Gods of the Arena’, así que no te aconsejo seguir leyendo si aún no las has visto.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Comienza la aventura

En ‘Spartacus’ ya vimos cómo, cuando comenzaba la acción, ya estaba todo repartido. Batiatus tenía su ludus con sus gladiadores, también tenía su rivalidad con Solonius y Crixus era el campeón de la casa. Pero no todo fue siempre así. Batiatus no siempre fue un lanista de primera fila, no siempre fue enemigo de Solonius y Crixus no siempre fue un campeón. Precisamente desde aquí, bastante antes de la llegada de Spartacus a Capua, parte la precuela.

Batiatus, menos canoso y con menos años, se hace cargo de los gladiadores de su padre mientras éste se cura de su enfermedad lejos de Capua. Pero, a diferencia de él, no quiere conformarse con un ludus en decadencia. Él es más ambicioso y tiene más planes para el futuro, que piensa conseguir con la ayuda de su también ambiciosa y manipuladora mujer Lucretia. De momento, su objetivo está claro a corto plazo: participar en los combates de inauguración de la plaza de Capua, cueste lo que cueste.

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El lucimiento personal de Batiatus y Lucretia

No hay ninguna duda en el gran protagonismo que tienen dos personajes secundarios como Batiatus y Lucretia en la primera temporada. Viendo el final de ésta, me dio mucha pena saber que seguramente no volveríamos a verlos en la serie. Pero, para mi sorpresa, en ‘Spartacus: Gods of the Arena’ sí que son ellos los protagonistas. Utilizan la figura de Gannicus como excusa, pero en realidad el peso de la serie recae totalmente en ellos.

Batiatus sigue siendo uno de mis personajes favoritos, y la culpa de ello la tienen su carisma y la más que sobresaliente interpretación del actor John Hannah. En esta miniserie vemos cómo comenzó sus andanzas y cómo desde siempre ha tenido muy claro que el fin justifica los medios. Sobre todo, si son sus fines. El único que puede pararle es su propio padre, que regresa a casa y le hace tomar una difícil elección: o su mujer Lucretia, o su ludus.

Precisamente es a Lucretia a quien más conocemos en la precuela. Quiere a su marido y sería capaz de cualquier cosa (sí, cualquier cosa) por él. ¿Que tiene que organizar encuentros sexuales entre esclavos para agradar a romanos de las altas esferas y que estos favorezcan a su marido? No pasa nada, lo hace. ¿Que tiene que envenenar a su suegro para que su marido tome su lugar? Tampoco pasa nada, lo hace, aunque sin que nadie lo sepa. Pero sus actos tienen consecuencias, y han sido varias las muertes colaterales que ha causado.

Otra cosa que me ha llamado la atención es el papel de Solonius en todo esto. En la primera temporada nos lo pintan como un traidor, pero a lo largo de la precuela lo vemos más como un amigo y mentor de Batiatus. No es hasta el final cuando el egoísmo de Batiatus aflora y hace que el propio Solonius se vuelva contra él, tras años de fidelidad. El plan magistral que ambos trazan para acabar con sus enemigos funciona perfectamente, pero Solonius va algo más allá y se queda con todos los beneficios. Esto enfada a Batiatus y justifica lo que más adelante pasa y vimos en ‘Spartacus’.

Crixus, el nacimiento del mito

Crixus es uno de los grandes protagonistas de ‘Spartacus’, pero no siempre fue el campeón que allí nos presentan. En ‘Spartacus: Gods of the Arena’, es un esclavo apenas reconocible, sucio y con un aspecto descuidado, que llega a la casa de Batiatus casi por casualidad. Nadie apostaba por él, pero su persistencia y sus ganas de triunfar son las que le hacen triunfar. De ser un don nadie acaba convirtiéndose en el campeón de Capua, si bien es verdad que fue por casualidad más que por otra cosa (primero gana a Gannicus después de que éste estuviera distraído y en la lucha final no puede enfrentarse a él).

También vemos sus primeros encuentros con Lucretia. Contrariamente a lo que muchos podríamos pensar, no comienzan siendo fruto del deseo ni de la pasión carnal. Lucretia necesita, urgentemente, darle un hijo a Batiatus, con el fin de callar a su padre y darle su ansiada descendencia a su marido. Por eso recurre a él, llegando a estar incluso asqueada de hacerlo… al menos al principio. Es ella la que le asea y le convierte en el carismático gladiador que vemos en ‘Spartacus’, y es ella la que anima a su marido a apostar por él.

Gannicus, la excusa

La precuela en un principio se nos presentaba como la historia de Gannicus, uno de los primeros gladiadores en ostentar el título de campeón de Capua. Pero el protagonismo de este personaje es más bien moderado, palideciendo incluso al lado del resto de la casa de Batiatus. Aún así, tiene su importancia en la historia y es un personaje del que estoy convencida que aún no hemos visto todo. ¿Lo veremos en la segunda temporada? Espero que sí. Además, tiene cuentas pendientes con Crixus.

Gannicus es un experto luchador, pero cuando no está en la arena es de todo menos disciplinado: se emborracha, entrena cuando quiere y como quiere y tiene privilegios que el resto de gladiadores jamás tendrían. Para algo es el campeón de Capua, y es que, pese a ser tan descuidado, sigue siendo la principal fuente de ingresos y de éxito de Batiatus. Que su gran amigo, Oenomaus, se haya convertido en Doctore, acaba por centrarle un poco, pero él sigue siendo el mismo de siempre.

Al menos, hasta que vemos el punto de inflexión en su personaje. Por cosas de la vida (o más bien de la ambición de Batiatus y Lucretia) se ve obligado a acostarse con la esposa de Oenomaus. Afectado primero por la traición a su amigo que esto supone y después por el auge de sus sentimientos por ella, el carácter del personaje da un giro radical, hasta el punto de no importarle nada los combates ni el resultado final. El destino quiere que sea el propio Oenomaus, ajeno a sus dilemas, el que acaba salvándole y convenciéndole para que luche por su vida. Esa lucha acaba por concederle la ansiada libertad después de vencer en el combate final a su oponente.

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Un final a la altura de las circunstancias

‘Spartacus: Gods of the Arena’ es una precuela, sí, pero el estilo es prácticamente idéntico al de la serie original. Podéis esperar sangre, sexo y escenas fuertes, casi en mayor cantidad e intensidad que en su predecesora. Pero sin duda el final de temporada ha sido uno de los capítulos más impactantes que recuerdo, y todo ello quizás por dos de sus escenas.

En la primera de ellas, la esclava que escapó de la casa de Batiatus es ejecutada, justo antes de comenzar los combates y delante de cientos de personas. Batiatus puede impedirlo, pero por quedar bien con los allí presentes ni se lo piensa y da su visto bueno. Las miradas que la pobre chica intercambia con su amiga, también esclava que está atendiendo a los Batiatus, son desgarradoras. Un final muy cruel para uno de los personajes que más han sufrido en esta mini-temporada.

Y para la segunda escena tenemos que remontarnos al combate final, con Gannicus luchando mano a mano y con gran intensidad contra el hombre de Solonius. Como no sabíamos nada del personaje de Gannicus (no aparecía en la serie original), tampoco podríamos saber qué iba a pasar con él. Yo, por un momento, me imaginé que se lo cargarían. Pero no, es él el que, en una de las escenas más desagradables que recuerdo, acaba con el gigantón contra el que se enfrentaba… y con su mandíbula, que vemos tambalearse cual gelatina.

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Puede decirse que con esta mini-serie me he llevado una gran sorpresa. En cuanto a estilo y planteamiento, es casi igual a ‘Spartacus’, pero estamos ante una historia que interesa y que para nada está ahí para rellenar. Los personajes de ‘Spartacus’ tuvieron un pasado, y aquí se demuestra. Todo encaja al dedillo con lo que vimos planteado, y además introducen de forma magistral otros personajes (Gannicus) que, quién sabe, igual volveremos a ver en un futuro no muy lejano.

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