'Dark Matter' acierta al complicar las cosas en su segunda temporada

'Dark Matter' acierta al complicar las cosas en su segunda temporada

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'Dark Matter' acierta al complicar las cosas en su segunda temporada

Una de las ventajas de 'Dark Matter', la space opera veraniega de Syfy, es que en bastantes ocasiones toma un camino que no es exactamente el que podíamos esperar. Los tripulantes de la nave Raza huyen de un pasado que, al mismo tiempo, los tiene atrapados, esa huida los lleva a acabar enfrentándose a las personas que eran antes de que les borraran sus recuerdos, y a los enemigos que hicieron entonces.

Las cosas se han complicado bastante en estos 13 episodios, pero ha sido una complicación beneficiosa para la serie. Hemos visto en acción la brutal eficacia que aún conservan los personajes, el tirón irresistible que tiene para uno de ellos su pasado y la tentación de otro por "evolucionar", y la temporada nos ha dejado con un cliffhanger que apunta a un interesante salto adelante de 'Dark Matter' para su tercera temporada.

La traición de Cuatro

Desde el principio de la temporada, los tripulantes de la Raza se han visto ante la duda de recuperar sus personalidades anteriores o de seguir siendo quienes son ahora. Y, de paso, ante la duda de qué hacer con Cinco, que subió como polizón a la nave, y Seis, que en realidad eran un agente infiltrado de la Autoridad Galáctica. La manera en la que la serie despacha rápidamente a Uno ya nos indicaba que iba a haber pocas concesiones en los nuevos capítulos, y también que las experiencias vividas hasta ahora pesan más para Dos y el resto.

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En varias ocasiones se les da la oportunidad de volver a ser Portia Lin, Marcus Boone y Ryo Ishida, pero los dos primeros, y especialmente Dos, nunca las aceptan. Ryo, sin embargo, sí lo hace, movido por un sentido del deber hacia su pueblo que, al principio, lo convertía en uno de los personajes menos interesantes de la serie. Pero su propósito de hacer lo que haga falta por subir de nuevo al trono de Zairon y ganar la guerra acaba dando a 'Dark Matter' una sensación de imprevisibilidad que le ha venido muy bien.

Los personajes de 'Dark Matter' han seguido luchando con la idea de que pueden volver a ser quienes eran

Ryo es implacable y tozudo. Si ha decidido que tiene que provocar otra guerra para ganar la suya, lo hará sin pensárselo dos veces, y se llevará por delante a todo aquél que se cruce en su camino. Su convencimiento de que ése es su destino es lo que le hace caer hacia el lado oscuro. Sus ex compañeros de tripulación eligen mantenerse unidos e intentar mejorar la situación en la que están. Ryo se adentra solo en su nuevo camino. Veremos cómo se desarrolla todo esto en la próxima temporada.

Porque lo que su trama ha traído al frente es esa tensión entre las diferentes corporaciones que, hasta ahora, ha estado de fondo en 'Dark Matter'. La Raza era más un peón que utilizaban según les convenía, o que intentaban eliminar porque sabía demasiado, y la explosión de la estación orbital donde estaba celebrándose su consejo puede convertir esa trama en la principal de la serie.

La revelación del Androide

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En medio de todo esto, del nuevo vistazo a los hombres que "construyeron" a Dos y de la aparición de un siniestro grupo de videntes, la temporada ha dejado una pequeña revelación en la evolución que ha tenido la Androide. En la primera entrega teníamos unas pequeñas pinceladas de que no era como los demás androides, de que había algo especial en ella. Empieza a desarrollar sentimientos e inquietudes humanas, lo que le crea inseguridades sobre su rol en la nave y sobre si encaja en la tripulación.

Esos intentos por formar parte del grupo, el descubrimiento de que hay otros androides humanizados ilegalmente como ella, su racionalización de emociones que se resisten a cualquier análisis lógico, han otorgado a la temporada un pequeño paréntesis muy interesante. Es la vieja discusión de lo que nos hace humanos, pero el retrato de la Androide es tan empático, que su camino hacia convertirse en un miembro de pleno derecho de la Raza ha resultado de lo más entretenido de ver.

Además, ha aportado muchas de las notas de levedad en una 'Dark Matter' un poco más seria de lo habitual (ella y Truffault de Mikkei Combine, a la que interpreta una Torri Higginson que se divierte enormemente con el papel). Y esa búsqueda de la Androide por ir desarrollando su personalidad y su identidad es, además, la representación más clara del mismo dilema que atraviesan todos los personajes en la serie.

'Dark Matter' da un paso adelante

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La segunda temporada de 'Dark Matter' ha aprovechado para profundizar un poco más en cómo eran sus protagonistas antes de ese borrado de sus recuerdos con el que empieza la serie. Y, sobre todo, para enseñarnos cómo las personas que son ahora están mejor preparadas para sobrevivir lo que se les viene encima, si logran salir con vida de la explosión de la estación Eos 7, claro. Antes, eran despiadados, amorales y aterradores, pero eran también muy individualistas y propensos a traicionarse enseguida. Ahora, forman un equipo porque, en realidad, no tienen a nadie más en quien confiar.

El despertar de Dos hacia una ética y un sentido de lo que está bien y lo que está mal los ha situado en medio de una situación muy peligrosa, pero eso ha ayudado a 'Dark Matter' a entregar una segunda temporada más interesante. La evolución de la Androide y la traición de Ryo/Cuatro a sus ex compañeros han permitido que la serie mejore lo mostrado en la temporada inicial, y aunque no todas sus apuestas han funcionado igual de bien (Devon, el nuevo de la Raza, era un poco aburrido), sí se ha afianzado como una serie veraniega de ciencia ficción más que estimable.

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