La crudeza de Madres adolescentes

La crudeza de Madres adolescentes
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Soy seguidora de los coach de Cuatro, me gustan casi todos, desde los de perros hasta los de cuentas, con la excepción de Desnudas y los que presentó Raquel Sánchez Silva, así que anoche esperaba ver otro programa de ayuda, con un nuevo tema pero con una estructura similar, pero Madres adolescentes resultó ser una desagradable vuelta de tuerca en el formato.

La primera pregunta que me hice es por qué terminan convirtiéndolo todo en un Gran Hermano. Las seis chicas con sus seis hijos pasarán quince días en una casa apartada, ayudadas y supervisadas por una psicóloga y tres enfermeras que les enseñarán cómo cuidar de sus hijos. No me lo esperaba y me sorprendió ver la crudeza de algunas imágenes, los cebos que alimentan la tensión, los zoom dramáticos, la música de terror, el blanco y negro...,. En fin, un drama con todas las letras que llegó a tener momentos desagradables, como la imagen ampliada, en blanco y negro, con música de ultratumba, de una criatura de quince días vomitando en una cuna.

Pero más allá del aspecto también eché de menos lo que nos daba Supernanny o SOS Adolescentes, es decir, el entorno. ¿Los padres de unas niñas menores de edad no tienen nada que aprender? ¿Y los padres de los bebés? Se emitieron vídeos testimonio de los familiares pero eso no me parece suficiente en un problema de estas características, con un fuerte alcance social. Parece ser que la gracia del asunto es que estas jóvenes estén solas y se enfrenten y asuman las nuevas responsabilidades en la soledad de una habitación, vigiladas por una cámara. Pues a mí, qué queréis que os diga, esa no me parece la mejor manera.

Pese a todo esto Madres adolescentes se estrenó con un 10% del share y casi millón y medio de espectadores, veremos cómo le va en las siguientes semanas.

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