Por qué nos gusta... Chuck (Pushing Daisies)

Por qué nos gusta... Chuck (Pushing Daisies)
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Con sus ojos inocentes, esa sonrisa infantil, Chuck es ese amor de la infancia que no tenía ni expectativas ni complicaciones. Ese amor que nació en el patio del colegio. La mirada tímida de un pupitre a otro, corazones en la pizarra. Chuck es la simplicidad del amor que es amor por si mismo. El que no exige, el que no espera, el que brilla por si solo. Chuck nos gusta porque nos recuerda a ese profesor que nos parecía tan atractivo, esa mejor amiga por la que habríamos dado la luna, el sol y medio sistema solar.

Es dulce como una tarta de fresas, cándida como la sonrisa de los girasoles. Si le devuelves la mirada te cogerá de la mano para ir a jugar al parque. Las rodillas sucias, dulces en los bolsillos. Chuck es una forma de amar que olvidaste hace mucho tiempo atrás, es una invitación para recomponer el corazón. Vuelve a subirte al caballo de cartón. Tírate por el tobogán sin miedo, sus manos estarán allí para ayudarte a levantar.

Chuck se enfrenta al amor con unas virtudes que muchos tendríamos que recuperar: sencillez, inocencia, humildad. Ama sin pretensiones y sin esperar nada a cambio. No hay ni trucos ni fingimientos, sólo las emociones contenidas en un deseo. Y lo que es más importante: lo hace sin miedo, sin miedo a hacerse daño ni a que el amor no dure para siempre. La madurez endurece la coraza. Aunque sea de cuando en cuando, saca a pasear la Chuck que tenemos dentro. Quizás las cosas nos irían mucho mejor.

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